domingo, 23 de agosto de 2009

San Martín y el orden político - militar

Con precisos datos e inequívocos testimonios se comprobaba allí la vida AUSTERA – más aún, CUARTELERA –que llevaba quien tuvo en sus manos los destinos de media América Española.

Por Adolfo M. Muschietti Molina
(Vol.XX, nº 6, nov. dic. 1978, M. de I.)

A través de diversos pasajes de la conferencia titulada “Las Cuentas del Gran Capitán”, pronunciada por el primer biógrafo sanmartiniano hace cien años cabales (“El General San Martín visto hace 100 años por su primer biógrafo”, Manual de Informaciones, Año 1978, Vol. XX, nº 1, págs. 55-59, extractado de “MITRE-ARENGAS”, Biblioteca “La Nación”, VOL. 22, T. II, Nº LXV, págs. 220/238), se puede aquilatar hasta qué extremos influiría en su vida e ideas la ESTRICTA DISCIPLINA y la VERDADERA PASIÓN POR EL ORDEN, inculcadas a nuestro Libertador en su castrense hogar paterno y en su larga carrera militar, iniciada como cadete cuando era aún impúber y culminaba como generalísimo ya avanzada su edad madura. Con precisos datos e inequívocos testimonios se comprobaba allí la vida AUSTERA – más aún, CUARTELERA –que llevaba quien tuvo en sus manos los destinos de media América Española. Ese hombre, en la cúspide de su gloria militar y de su poder político – cuando las nuevas naciones que él creaba con su espada le ofrecían la suma del poder público – seguía comiendo una sola vez al día (de pie, en la cocina, “en soldadesca conversación con su negro cocinero”), bebiendo el café que él cebaba personalmente en un mate con bombilla, remendado su ropa y su calzado y su calzado, cosiendo PERSONALMENTE sus botones como en sus años de cadete y – hasta sus últimos días, ya ciego – “ejercitando por pasatiempo higiénico los oficios de armero y carpintero”…

La rica personalidad del General SAN MARTÍN presenta múltiples facetas, de las cuales los historiadores han extraído ejemplos y los educadores inigualables enseñanzas. Es así que – desde el momento en que redactó un Código de Honor para sus primeros granaderos hasta los más recientes aportes historiográficos sobre el Gran Capitán – fue estructurándose ante sucesivas generaciones de argentinos de argentinos una personalidad arquetípica, un modelo de conducta CÍVICO-MILITAR, cuyas características se denominan justicieramente como “virtudes sanmartinianas”.

Entre los atributos más revelantes del espíritu sanmartiniano suelen recordarse – para ejemplo e inspiración de la posteridad – la religiosidad práctica, la honestidad acrisolada, el valor personal, la fidelidad a los principios y a la palabra dada, el desinterés y desprendimiento, el desprecio por toda bajeza o falacia, la austeridad y la postergación u olvidado de sí mismo ante intereses superiores. Tales virtudes y sus consiguientes pautas de comportamiento configuran el clásico concepto de la “CABALLAROSIDAD CRISTIANA”, “sin miedo y sin tacha”, ideal al que aspiran todos los “HOMBRES DE HONOR”. Pero – si bien nuestra Historia Patria y la Universidad abundaban en ejemplos de caballerosidad e hidalguía, brindados por hombres de toda condición en los campos de acción más diversos – las dotes y actitudes que caracterizan las dotes y distinguen al General SAN MARTÍN o a sus émulos son (aun en los casos de sus felices poseedores civiles) formas de CONDUCTA y DISCIPLINA eminentemente CASTRENSES. Y NO son “militares” sino “CASTRENSES”. Y NO son “militares” sino “CASTRENSES” porque no son exclusivas de una profesión ni se adquieren con su formación académica, sino que son hábitos contraídos, cultivados e indeleblemente arraigados en el rigor de la vida cuartera y campamental; en la versátil capacidad guerrera de quien fue infante, dragón, granadero a caballo, e infante de marina en tres continentes Europa, África y América; en el riesgo y la tensión de la conducción táctica y estratégica de pequeñas fracciones hasta fuerzas conjuntas de mar y tierra; en la prueba de fuego de cruentas batallas africanas, europeas y americanas, con la muerte rondándolo hasta derribar su caballo; en el esfuerzo incansable de formar, disciplinar e instruir Ejércitos surgidos de la nada, y el privilegio de conducirlos a las victoria en virtud en virtud de su propio ejemplo de capacidad, bravura y entereza a toda prueba.
Semejantes condiciones personales se basan y se nutren en un hondo y certero conocimiento de las fuerzas y debilidades humanas, por ocultas que pueden mantenerse, nociones psicológicas y sociológicas naturales en quien acumuló – desde muy temprana edad – la invalorable experiencia de conducir a innúmeros hombres, mandando tropas o gobernando pueblos.

Nada mejor que las propias palabras del Genera SAN MARTÍN, volcadas a lo largo de su vida en diversidad de cartas y documentos para evidenciarnos cabalmente cuál era su propio concepto del honor, su estilo militar de vida basado en la más estricta disciplina – manteniendo a ultranza luego de su voluntario del servicio activo – y cómo lo proyectaba a la conducción de ejércitos y pueblos hasta configurar una definida cosmovisión. En estos tiempos de agitación e incertidumbre en la política internacional, cuando los herederos de sus banderas y sus glorias han debido asumir la conducción política de las naciones que él libertó, ha de ser útil e inspirador conocer su invariable línea de pensamiento.

El Libertador solía calificar muy duramente a quienes llamaba “HOMBRES DE PARTIDO”, fueran éstos civiles o militares. La grandeza de sus proyectos no le permitía aceptar que las PATRIAS por él fundadas fueran regidas o anarquizadas por facciones e intereses enfrentados, con olvido de los altos destinos nacionales y americanos. Su gran elevación de miras le hacía censurar con viva repugnancia los bajos apetitos o ambiciones rastreras. Su intenso amor por la verdad le hacía combatir la mentira o los halagos demagógicos. Su inflexible sentido de la justicia y la equidad (que no estorbaba su noble tendencia a perdonar agravios personales) le hacía reprobar a quienes anteponían aspiraciones de PARTIDO o del sector A LOS SAGRADOS INTERESES DE LA PATRIA y al pulcro manejo de l COSA PÚBLICA.
A su viejo camarada de armas, el General MILLER esas dos posiciones opuestas ante el bien común, en carta fechada en Grand Bourg el 11 de marzo de 1841:

“…desgraciadamente, los nuevos Estados de América no saben apreciar los hombres que, como usted, han derramado su sangre por su independencia y libertad sin mezclarse en sus disensiones…No, mi amigo; no es esta conducta que se busca; para los gobiernos de América es necesario ser un HOMBRE DE PARTIDO, tomando una parte activa en todas las intrigas y manejos que son consecuentes a tal situación…” (GERMAN BERDIALES – “Habla SAN MARTÍN. Su Vida y sus ideas a través de sus palabras”- Editorial Estrada, Buenos Aires, 1950. Parte VII, cita 10).
Sobre estos males (en esa se refería al Perú) ya emitido agudos diagnósticos al analizar la situación vivida por nuestra Patria años antes. En una misiva dirigida desde de su casa parisina a su antiguo subordinado, el General TOMÁS GUIDO, con fecha 1º de febrero de 1834, sentenciaba:

“El foco de las revoluciones, no solo en Buenos Aires, sino de las provincias, han salido de esa Capital; en ella se encuentran la crema de la anarquía; de los hombres inquietos y biliosos; de los que no viven más que de los trastornos; porque no teniendo nada que perder; todo lo esperaban ganar en el desorden, porque el lujo excesivo multiplicando las necesidades se procura satisfacer sin reparar en los medios; ahí es donde gran número no quiere vivir sino a costa del Estado y no trabajar. Estos medios de DESORDEN que encierra la Capital DEBEN DESAPARECER en lo sucesivo…”(VICENTE D. SIERRA,”Historia de la Argentina”, UDE.L, Buenos Aires, Tomo VIII, págs. 293/294).
La referencia a “MEDIOS DE DESORDEN” hace conveniente establecer cuáles eran las pautas de ORDEN contenidas en documentos sanmartinianos.
Ya en su “Proclama del General del Ejército de los Andes”, fechada en el Cuartel General de Mendoza a 15 de octubre de 1815 puntualizaba:

“La tropa está prevenida de una DISCIPLINA RIGUROSA y respeto que debe a la RELIGIÓN, a la PROPIEDAD y al HONOR de todo ciudadano…se castigará con severidad el menor insulto. Me prometo que no se arrepentirá TARDE y sin RECURSO el que ofenda”.

En una cordial misiva dirigida al General D. JUAN FACUNDO QUIROGA el 20 de diciembre de 1834, también desde Grand Bourg, ampliaba los conceptos vertidos a GUIDO:

“La religión es el más sagrado de todos los vínculos, el que se sirve para establecer todos los demás…” una facción que ha DESCARRIADO LAS OPINIONES, piesto en choque los intereses particulares, propagando la INMORALIDAD y la INTRIGA.
“Los pueblos están en estado de AGITACIÓN, contaminados todos de unitarios, de logistas, de ASPIRANTES, de agentes secretos de otras naciones y de las grandes logias que tienen en conmoción a toda Europa”. (C.E. ORTEGA – “José de San Martín – Buenos Aires, 1950).

En los párrafos siguiente, que continúan la ya citada carta al General GUIDO (“San Martín. Su Correspondencia (1823-1850)- Biblioteca Ayacucho, Editorial América, Madrid, 1919, pág. 143), describe el DESORDEN de un sistema en que los derechos no estén contrapesados por obligaciones equivalentes y lo hace con una evidente IRRITACIÓN, “de un humor “BIEN SOLDADESCO” según dice:
“Sin duda, Sr. Dn. TOMÁS GUIDO, ésta es mi opinión, por el principio bien simple que el título de un Gobierno NO está asignado a la más más o menos liberalidad de sus principios, pero SÍ a la influencia que tiene en el BIENESTAR de los que obedecen. Ya es tiempo de dejarnos de teorías, que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades. Los no viven de ilusiones sino de hechos.
“¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de Libertad, si por el contrario se me oprime?
“¡Libertad!... Désela Ud. a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar, y Ud. me contará los resultados. ¡Libertad! Para que un hombre de honor sea atacado por una PRENSA LICENCIOSA sin que halle leyes que lo protejan y, si existen, se hagan ilusorias. ¡Libertas! Para que se me cargue de CONTRIBUCIONES porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de ESPECULACIÓN quedar IMPUNES. ¡Libertad! Para se sacrifique a mis hijos en DISENSIONES y GUERRAS CIVILES. ¡Libertad! Para el dolo y la mala fe encuentren una completa impunidad, como lo comprueba lo general de las quiebras fraudulentas acaecidas en ésa. ¡MALDITA SEA LA TAL LIBERTAD! No será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona, hasta que no sea establecido un GOBIERNO que los demagogos llaman tirano y que me proteja contra los bienes que me brinda la actual libertad. Tal vez dirá Ud. que esta carta está escrita de un HUMOR BIEN SOLDADESCO…No hay una sola vez que escriba sobre nuestro país que no sufra IRRITACIÓN – dejemos este asunto – y concluyo diciendo que EL HOMBRE QUE ESTABLEZCA EL ORDEN EN NUESTRA PATRIA, SEAN CUALES SEAN LOS MEDIOS QUE PARA ELLO EMPLEE ES EL SOLO QUE MERECERÁ EL NOBLE TÍTULO DE SU LIBERTADOR”. (VICENTE D. SIERRA, ob. cit., tomo VII, pág. 16).

Eran estas últimas alusiones a un “tirano-libertador” una inequívoca referencia al General ROSAS, de quien GUIDO fue embajador y con quien SAN MARTÍN mantuvo una conceptuosa correspondencia hasta su muerte, legándose su sable emancipador. Su experiencia en la turbulencia política sudamericana le indicaba que no puede gozarse de libertad alguna sin instaurar y respetar previamente un orden. Tal era la falta que encontraba teóricamente debería regirnos y así se lo hizo notar a D. VICENTE LÓPEZ Y PLANES, Gobernador interino de la Provincia de Buenos Aires, en una carta datada “Bruselas y mayo 12 de 1830:

…”NO PERMITEN CREER QUE LA SIMULTÁNEA Y EXACTA IGUALDAD QUE SE NOTA EN VEINTE AÑOS DE NO INTERRUMPIDAS AGITACIONES SEA EL EFECTO DE UNA IMPULSIÓN MORAL QUE LOS ARRASTRA, SINO AL CONTRARIO, QUE LA CAUSA O EL AGENTE QUE LOS DIRIGE NO PENDE TANTO DE LOS HOMBRES COMO DE LAS INSTITUCIONES – EN UNA PALABRA – LAS CUALES NO OFRECEN A LOS GOBIERNOS LAS GARANTÍAS NECESARIAS…”.


*Addenda - Epílogo

“San Martín, cuya capacidad política era apenas inferior a su genio estratégico. El Gran Capitán, uno de los emancipadores que tuvo más porvenir en la cabeza, y que anunciaba con años de anticipación lo hacedero para realizarlo al pie de la letra”.

JULIO IRAZUSTA, Balance de siglo y medio, Buenos Aires, Editorial Theoría, 1983, p. 23

Pequeña biblioteca sanmartiniana ad usum delphini…

Arroyo Estela Arroyo, El secreto de San Martín, Glaudius y Narnia, BsAs-Mendoza, 1983.
Diaz Araujo, Enriquez, Don José y los chatarreros, Ediciones Dike, Foro de Cuyo, Mendoza, 2001.
Pautasso, Gabriel S. P. Cronología Comparada Sanmartiniana, Cuadernos de Biblioteca, E.N.S.A.G.A. Córdoba, 1978.
Sierra, Vicente D. Historia de la ideas políticas de la Argentina, Nuestra Causa, Buenos Aires, 1950.
Sulé Tonelli, Jorge Oscar, La coherencia política de San Martín, Ediciones Fabro, Buenos Aires, 2007.
Tonelli, Armando, El General San Martín y la masonería, I.I.J.M.ROSAS, 1960.


Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 301

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