sábado, 4 de julio de 2009

Kirchner, el amo del feudo


Biografía no autorizada de Néstor Carlos Kirchner.
El libro "Kirchner, el Amo del Feudo", que resulta muy difícil de conseguir porque su única edición se agotó en los kioscos de diarios y no hubo reposición, cuenta los secretos más increíbles del enigmático Señor K.

Por Daniel Osvaldo Gatti (*)

(Diario Pampero ofrece a sus lectores este material, un aporte fundamental para la historia que harán de escribir en breve los estudiosos de la última gran crisis que aún sufre la Argentina. – Nota del Editor)

PARTE 1 - Introducción
PARTE 2 - Historia de "Bombón" y Alicia
PARTE 3 - El día que nació el Estilo K
PARTE 4 - Cuando Ramón Granero ayudó a Néstor Kirchner a ganar la Gobernación
PARTE 5 - Un día, Julio De Vido se enojó con Néstor Kirchner
PARTE 6 - Miguel Bonasso sufre de desinformación o amnesia
PARTE 7 - Apuntes sobre el flamante ‘progresismo’ del Presidente
PARTE 8 - Lo que la Flacso no sabe / no quiere saber
PARTE 9 - Cuando Tesselli y Kirchner hicieron temblar la mina


INTRODUCCIÓN
Parte 1

Néstor Carlos Kirchner nació un 25 de febrero de 1950, en Río Gallegos, una ciudad por entonces de 6.000 habitantes. Su nombre se ajustaba a una larga tradición de hombres de la familia, quienes portaron alguno de los nombres del primer Kirchner que llegó a la Patagonia, a principios del siglo 20. Su padre, empleado de Correos, donde llegó a tesorero, se llamaba Néstor, hermano de Carlos, Delia y Zulema, descendientes de Carlos Kirchner y Margarita Kaenel. El primer Carlos se radicó como comerciante de Ramos Generales, y desde su comercio trabó relación con los sectores que detentaban el poder real en la provincia de Santa Cruz. Su nombre está inscripto como aportante a las autoridades y cuerpos de seguridad, en tiempos en que los ganaderos optaron por armar policías y una Guardia Blanca, para terminar con los peones, como ya habían terminado con los nativos tehuelches. La proclama de los huelguistas lo incluyeron en el listado de los comerciantes a boicotear, por su defensa incondicional de los postulados de la Sociedad Rural y la Liga Patriótica. "Para contrarrestar, debidamente, los injustos ataques a las autoridades del territorio y de la Nación... ", el 11 de enero de 1922, se constituye la Unión Cívica Radical del Territorio, y Don Carlos Kirchner rubrica el acta que es la continuidad por otros medios de la defensa de los mismos intereses, los propios. A la costumbre de recibir los nombres de sus antepasados no escapó su hermana, Alicia, quien lleva el agregado de Margarita, por la abuela Kaenel. Su tercer nombre es Antonia.

Estudió y se recibió de Asistente Social, y en los recesos entre funciones gubernamentales, y aprovechando a su cuñada en el Congreso, obtuvo el Doctorado. La figura del abuelo Kirchner quedó en lo profundo de la memoria de chicos que hoy son hombres maduros y todavía se estremecen al recordar las mensuales humillaciones a la que eran sometidos sus padres. La de un hombre alto, enfundado en un pesado abrigo gastado, quien invariablemente golpeaba con su bastón las puertas de sus viviendas para reclamar el pago del alquiler, usurero gozoso, sabía que faltaban algunos días para que cobraran y sólo por el placer de escuchar sus excusas, los visitaba el primer día de cada mes. La misma impronta, la de su nieto, pero con traje de saco cruzado y anteojos de cristales verdes, llegaba a las de los clientes morosos para llevarle los bienes adquiridos. Su perfil de nariz pronunciada, el remolino en la coronilla y los ojos saltones le valieron el apodo de Lupín, como el famoso personaje de historietas infantiles, su derivativo, Lupo, mostraba que el apodo tenía variantes que daban en la tecla con la verdadera personalidad.

Otros apodos sólo quedaron relegados a las voces en sordina. Tordo, Cuervo, Cara con Mango, Flaco, ninguno quedó, sólo Lupín, un apodo que definía mucho más que un aspecto físico de su portador, se convirtió en identidad política, en las formas que adoptó el manejo de la cosa pública y sirvió para que el tradicional y conservador diario La Opinión Austral, en cada viraje hacia el oficialismo, pasara a denominarse, popularmente, Lupinión Austral. Cuando Lupín incorporó a sus primeros discursos públicos de campaña para intendente de Río Gallegos, la advocación a los pioneros, todos recordaron al abuelo Carlos, quien sostuvo la posición de eliminar de raíz las luchas obreras, y quien sobre las osamentas de los peones, en las fosas comunes, se forjara una palabra que atravesará toda la historia de Santa Cruz: miedo.

Sin entender esta matriz de los santacruceños, y en particular de éste, es muy difícil comprender cómo se logró construir un feudo en pocos años. Las fotos de la etapa escolar lo muestran con todos los atributos físicos conocidos: alto, narigón, luciendo el corte de la época -a la americana-, y los también típicos pantalones cortos hasta las rodillas, acompañados por medias tres cuarto, gruesos marcos negros en los anteojos que intentaban corregir la posición de sus pupilas. Sus maestros lo tienen presente como un niño inteligente pero apocado, vulnerable a las bromas, que prefirió refugiarse en la protección que le brindaban chicos más grandes, con los que compartió los picados en "la canchita", como llamaban a un baldío de la calle Pasteur.

"Cuando empezó el secundario, se integró a otros grupos, pero a los del barrio no nos olvidó", cuenta un amigo, al recordar a los integrantes del grupo de la infancia, refiere nombres que aparecerán siempre en las cercanías de Kirchner, como Oscar 'Cacho' Vázquez, proveniente de San Julián, o Juan Carlos Has. Un viejo profesor cuenta que en el colegio secundario era líder de "un grupito quilombero, de discutir por pavadas o de caprichoso", y una docente refiere un enfrentamiento con Lupín cuando, junto a otros jóvenes, enfrentó una disposición interna que establecía el 7 como la nota que habilitaba para participar en los juegos intercolegiales. Para el Diputado 25, seudónimo del profesor Emilio García Pacheco, un periodista conservador que se convirtió en seguidor y publicista de Kirchner, el Lupo no era un buen alumno.

La política se transformaba en un poderoso imán para quienes partían a estudiar; provenientes de familias de clase media acomodada, que emparentaban sus actividades con la de los estados nacional y provincial, y desde una pequeña capital de provincia que, con pocos años de experiencia como tal y siempre alterada por intervenciones y golpes de Estado. El radicalismo, así como también el todavía proscripto peronismo, los sumaron a sus agrupaciones juveniles. El Kirchner que llegó a La Plata, y a las habitaciones de El Castillo, se dejó crecer el pelo, alto, flaco y desgarbado, mantuvo su costumbre de ser poco afecto a cuidar su indumentaria, se convenció que el peronismo era el camino para la revolución en ciernes, y se integró a la Juventud Peronista, encuadrándose en la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), en la agrupación de la Facultad de Derecho. El Castillo era la denominación de una casa alquilada por un veterano estudiante, quien luego de algunos años de jolgoroio, se aplicó al estudio y concluyó, rápidamente, su carrera de abogado, Néstor Osvaldo Peña, alias Tussi. Él proveyó a El Castillo de un televisor y esto atraía comprovincianos, quienes en muchos casos sólo la veían en las vidrieras de un comercio, durante las escasas horas de transmisión del Canal 9 local.

Peña ya era cabrero y gritón, y compensaba la baja estatura con el respeto que infundía la diferencia de edad. Si el Boca Juniors de sus amores perdía, la transmisión de fútbol obligatoriamente se cambiaba por el Mundo del Espectáculo u otra programación de cine. Casi toda la generación de políticos radicales y peronistas actuales pasó por esa casa. De El Castillo partían los santacruceños a jugar algún partido de fútbol y una anécdota apoyada en pruebas, relata que "enfrentando a un equipo de residentes peruanos, tan habituales en aquellos tiempos en las universidades, Lupín, luego de un encontronazo, se calentó y comenzó a insultar; los trató de 'negros de mierda', de 'muertos de hambre' y otras linduras, hasta que un morocho fibroso, le pidió que parara con las agresiones. Lupín lo invitó a pelear al costado del campo, y aceptado el convite, el Lupo le dio la espalda y empezó a caminar al lateral" (el ex estudiante platense se ríe e imita el tranco desgarbado de Kirchner). "Cuando movió los brazos así (imita el braceo), el peruano lo agarró, lo levantó y lo tiró al suelo, dándole patadas en el culo; Lupín nos pidió ayuda, nosotros nos reíamos y yo aproveché para sacar esta foto, con una cámara que siempre llevaba... por supuesto que la foto la tengo duplicada y guardada".

Otro veterano estudiante platense, cuenta historias del Gobernador (hoy Presidente) y sigue sin comprender cómo aquel tipo, objeto de todas las bromas, llegó a ser lo que es. Las bromas giraban sobre la nariz y los ojos, pero como Lupín siempre tuvo problemas para pronunciar las fricativas, se las arreglaban para mandarlo a comprar las pizzas, y que tuviera que soportar las chanzas invariables del vendedor. Es que el Lupo las eses y las zetas las convierte en jotas. "En lo que no cambió es en su manía por los dólares. A La Plata le llegaba el giro de la familia y el Lupo salía disparado a comprar dólares, y en esa época nadie se calentaba demasiado por las cotizaciones, pero él sí, cada tanto los contaba y calculaba las ganancias con el precio que aparecía en el diario".

Un sobreviviente, con el que circunstancialmente compartió un departamento, rememora un costado insólito de Lupín: "Una noche, me despertaron los gritos roncos de una persona, cuando terminé de despertarme, me di cuenta que provenían de muy cerca, era el Flaco, que imitaba a Perón con una escoba de micrófono; le dije que se dejara de romper las pelotas, y el tipo nada, seguía con el discurso, prendí la luz y ahí estaba, escoba en mano, poniendo la otra mano como el Viejo y totalmente dormido, es que Lupín era sonámbulo y yo no lo sabía".

La militancia universitaria era compartida con otro riogalleguense, Rafael Flores, alias Rafa, hijo de un empleado bancario y popular arquero de fútbol, y de una señora Sureda que, como el abuelo de Kirchner, estaba entre los descendientes de los pioneros. Uno de ellos, José Sureda, está entre los fundadores del peronismo provincial; otro Sureda, militar, fue abatido por la guerrilla; su tía Ángela fue asesora del primer gobernador de la dictadura, en 1976, intendente del Proceso y dirigente radical en la naciente democracia de los '80. Rafa recuerda que Lupín se abrió de la FURN, por disidencias, y para cuando, en abril de 1973, se unen al Frente de Agrupaciones Eva Perón, de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), para conformar la JUP (Juventud Universitaria Peronista) platense, el Lupo ya no militaba, al menos en el frente universitario. El tabicamiento de las estructuras conspira contra la tarea de encontrar referencias de continuidad en la militancia de Kirchner en las agrupaciones de superficie de Montoneros, salvo sus propias expresiones frente a un auditorio donde se encontraba Miguel Talento; allí habló de sí mismo como fundador de la JUP. Al menos en La Plata, su ámbito de militancia, esto está descartado por un integrante de la Mesa de Agrupaciones, quien dio a conocer la unidad de la FURN con FAEV, en la nueva Juventud Universitaria Peronista: el propio Rafael Flores. Tampoco alguno de los participantes de la trifulca a golpes de estas agrupaciones, el día de la liberación de los presos peronistas de la U9, recuerdan al flaco santacruceño.

Los riogalleguences que fueron a La Plata luego del '73, rememoran que Lupín se quedaba comiendo salchichas, cuando se sabía que en el comedor universitario habría algún acto. Los militantes setentistas de Gallegos, no lo reconocen como un par. A pesar de la escasa población de la ciudad, que atentaba contra el tabicamiento de estructuras, se dieron una organización férrea y lograron una mínima estructura militar, con condiciones de seguridad interna aceptables. Al consultar a cuadro y militantes de base de la regional 7 de la JP, el nombre de Kirchner no es reconocido como integrante, sólo lo recuerdan ocasionando problemas. El 8 de enero de 1974, la UB Abal Medina, que aglutinaba a los militantes de superficie de la M, en Gallegos, organizó una campaña del juguete, junto a la Juventud Radical, que tenía como atractivo una maratón radial en LU14 Radio Operativo Cóndor, como se denominó en aquellos años a la actual Radio Provincia del Estado. Los juguetes se iban a repartir en los barrios periféricos, pero un grupo de mujeres y niños armó un gran lío bajo la conducción del joven Lupín, que gritaba "Montoneros, carajo", e impulsaba a tomar los juguetes antes del reparto. "Se armó un terrible escándalo que nos arruinó todo el trabajo", recuerda, indignado, un militante de la JP. "Cada vez que aparecía por la ciudad, se metía en patoteadas de este estilo, se llegó a discutir si lo hacíamos boleta".

Al periodista Alfredo Leuco, hablando sobre el uso para fines políticos del avión sanitario de la provincia, le dijo: "(...) y esa ley, Alfredo, le puedo asegurar que yo la sufrí, yo fui preso en el gobierno de Isabel, por la 20.840, cuando derrocaron a Jorge Cepernic en Santa Cruz, en el '74 (...)". Ni las crónicas periodísticas, ni los trabajos de investigación de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, que tratan temas como la participación de la juventud en los años '70 y comentan la militancia juvenil peronista previa y posterior a la intervención al gobernador Jorge Cepernic, dan cuenta de la militancia o de la cárcel que se adjudica. Siempre frente a periodistas que no conocen de sus defecciones, sostuvo que "Cuando Reutemann corría carreras, yo estaba preso". Acerca del Lole, hay pruebas de que corrió, con dispar suerte en la Fórmula Uno; pero de las cárceles de Kirchner, sólo las que crea su imaginación. Los pasos posteriores a su defección de la FURN, se pierden y sólo la autoreferencia lo ubica militando en las agrupaciones revolucionarias del peronismo.


Historia de "Bombón" y Alicia
Parte 2

“Yo fui preso con Isabel en el ’74, cuando derrocaron a Jorge Cepernic, fui preso en el ’75, por la 20.840, fui preso en el ’76 y fui preso en el ’77, por contrario a una ley de tipologías abiertas...”, sostuvo Néstor Kirchner por Radio del Plata, vía telefónica, tratando de justificar el uso del avión provincial para impedir la derogación de la Ley 20.840. Rafa Flores sólo recuerda una prisión, la ordenada por el coronel Calloni, jefe de Área y primer responsable del gobierno de la dictadura en Santa Cruz. El coronel Alberto Callón tuvo una larga trayectoria en los tiempos del plomo, luego de su paso por Santa Cruz prestó servicios en el sospechado EAM 78, el organismo que administró la organización del mundial de fútbol en la Argentina, y en la intendencia de La Matanza, donde protagonizó un sonado escándalo con la compra de semáforos.

Casado con una santacruceña estanciera, que no desconocía la historia pionera de los Kirchner y los Sureda, se integró a la sociedad local. De allí que la relación con los dos detenidos por su orden, fuera considerada “afectuosa” por Flores. “El trato siempre fue de Doctor y el interrogatorio lo realizó el propio Calloni, sin esposas ni capuchas, nos preguntó por nuestra presencia en el acto del 25 de mayo de 1973 y si habíamos visto estandartes de Montoneros”. Luego de confirmar su presencia en la plaza y la de los estandartes, Calloni les pidió disculpas por no detenerlos en el cuartel, aduciendo falta de espacio y que los debería alojar en la Unidad Penal Federal 15, de la ciudad. Pocos días antes había nacido Maximiliano, el primer hijo de Néstor y Cristina. Con ironía, Flores dice que fue tan cordial el trato, que le chocó la frialdad de los carceleros de la U15. Tres días después, quedaron en libertad y para Rafa, esa prisión sólo es la referencia de donde estaba cuando leyó de un tirón, el Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento.

El buen trato que recibieron Néstor y Rafa sólo se puede referenciar en las relaciones familiares de los detenidos, ya que los militantes de la Regional 7 de la JP, quienes sufrieron persecuciones y cárcel en ese período, recuerdan a Calloni como el usual milico represor de la dictadura, quien con el tiempo llegaría a dirigir el Centro de Residentes Santacruceños en la Capital Federal, ya en democracia, en días de Arturo Puricelli.

Antes, en La Plata, él conoció a otra estudiante de Derecho, tres años menor, nacida el 19 de febrero de 1953, simpatizante de la JP, con la que formó pareja. Cristina Elizabeth Fernández sostiene la teoría del flechazo entre la bonita morocha y el desgarbado sureño. En un programa radial local, comentó que presentarlo a la familia no fue fácil y que allí comenzó a tratar de que Kirchner, como lo llama hasta en la intimidad, se vistiera mejor, “al menos que combinara los colores en sus prendas”. A los seis meses, 9 de mayo de 1975, la pareja se casó y todo indica que se despojaron de las utopías revolucionarias.

Los ingresos de la joven familia provenían de un puesto de “ñoqui” en el Ministerio de Bienestar Social. Kirchner terminó su carrera y con Cristina embarazada, volvió a Gallegos; ella demoraría otros dos años en recibir su título. Otro que retornaba al pago con su diploma en Abogacía era Rafa Flores. Integrado a la vida social, el joven abogado abrió un estudio en calle 25 de Mayo 264; la etapa de aprendizaje real la cubrió con consultar en el cercano estudio de “Gogo” Pérez Gallart y se pulió al asociarse al Dr. Domingo Ortiz de Zárate, apodado Chacho, renombrado abogado que integró el Tribunal Superior de Justicia hasta la dictadura. La actividad legal de Kirchner se especializó en la asesoría a comercios locales y como apoderado de empresas. Automotores de Dios, La Opinión Austral, LU12, el comercio de electrodomésticos Bercon y la financiera Finsud, fueron algunos de los que contrataron sus servicios, a los que agregó la gestión de cobro y recupero. El rescate de televisores, pianos, bicicletas, etc., le ganó el odio de muchas familias que, por siempre, tendrían presente su figura y la de sus laderos, llevándose un bien de su casa.

Fue el caso de Henry Olaf Aaset, alias Pilin, quien de niño vio, con lágrimas en los ojos, cómo Lupín le secuestraba el televisor. La inquina le quedó y ya de grande, abogado, desde el Frente Grande, trataba de “mafioso” a su colega, Gobernador, sabiendo todos el origen de su bronca. Luego, algo ocurrió en la vida de Pilín, quizás le devolvieron el viejo y enorme aparato o sólo vio el filón frente a sus ojos, pero se convirtió en el actual abogado personal de Kirchner, en su representante ante el Consejo de la Magistratura y en defensor de cuanto funcionario fuera acusado, entre ellos de quienes golpearon salvajemente a los caceroleros el 26 de abril de 2002.
No sólo el niño Aaset sufriría al abogado Kirchner, los descalabros provocados por la Circular 1.050, de José Alfredo Martínez de Hoz, fueron aprovechados por Lupín para engrosar su patrimonio inmobiliario, aprovechando su posición en Finsud, lo que le permitía comprar las deudas hipotecarias o hacer las ofertas en los remates. Esto fue así al extremo que su estudio se asemejaba más a una inmobiliaria, hacia finales de la dictadura, que al prestigioso estudio del que se ufanaría 20 años después, ante los medios nacionales que le preguntaban, asombrados, por la gran cantidad de viviendas que aparecieron en la declaración de bienes de su esposa, presentada ante el Senado.

Hacia 1980, alguien intentó vengarse por mano propia y un hombre, con pasado militante, lleno de bronca por las penurias de un amigo, arrojó una molotov en el frente del estudio; a pesar su fallecimiento, los familiares prefieren mantener la reserva de su nombre. Con el ascenso de su cuñado, “Bombón” Mercado a la conducción del SUPE (Sindicato Único de Petroleros del Estado), filial Austral, los ingresos se incrementaron por los clientes que arrimaba al estudio para alquilar viviendas. El sector petrolero actuaba como regulador del mercado inmobiliario, por los altos precios que pagaban, y la garantía de pago de las empresas.
Desde su lugar, “Bombón” acercaba a los ejecutivos e ingenieros de YPF y de las contratistas. Llegaron tiempos de bonanza también para Alicia Margarita, la hermana, quien venía sufriendo los desaguisados económicos y financieros de su esposo. “Bombón” venía de fracasar y endeudarse en Caleta Olivia y en Río Turbio, la venta de autos y los créditos tomados para la fabricación de zeppelines de gas y la venta de repuestos no anduvieron como lo esperaban, la vida agitada del marido desbarrancaba todos los esfuerzos.
Gente de buen tomar y con años de Patagonia, recuerdan una de estas historias del inefable “Bombón”. Alicia tenía una coqueta boutique con maniquíes en la vidriera. Volviendo de parranda, “Bombón” traía de la zona de las casas de tolerancia a las chicas y, junto a un amigo, decidieron hacerle una broma a los mineros que esperaban el colectivo que los llevaba a la mina. Ingresaron al local, apagaron las luces y reemplazaron a los maniquíes por las chicas, desnudas, luego iluminaron la vidriera. Los mineros se agolparon contra el vidrio, hasta que la llegada del móvil se los llevó a su labor. A la nochecita el comentario del pueblo llegó a los oídos de Alicia, quien nunca más abrió el comercio.
Con Kirchner en el Gobierno, otro descalabro, esta vez del Supermercado Super-Supe, obligó a “Bombón” a irse del gremio y de la casa. Con el país avanzando hacia la democracia, junto a Jorge Chávez, el Negro, se convirtieron en asesores legales de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), viajando una vez por mes en el avión de Lade (Líneas Aéreas del Estado), hasta la cuenca donde daban información a los trabajadores, quienes los recuerdan apoyados en la escalera del viejo cine del Turbio.
Llegaban nuevos tiempos y la imagen del usurero debía cambiarse por otra. Pero Río Turbio, formaría parte de sus pesadillas en el futuro.


El día que nació el Estilo K
Parte 3

Con la llegada de la democracia, en el peronismo tres líneas internas se disputaron la conducción:
** la ortodoxa, de Félix Ríquez, apodado el Puma;
** una que lideró el joven abogado oriundo de Perito Moreno,
Arturo Antonio Puricelli, quien sumó a veteranos de la militancia interna como Amador Iglesias, y a sobrevivientes de las agrupaciones juveniles de los ’70; y
** otra con Néstor Carlos Kirchner al frente, llamada lista Blanca. Las elecciones fueron el 3 de julio de 1983. Puricelli sumó a Rafael Flores, Francisco Toto, Mauricio Mariani, Marcelo Cepernic, Omar Muñiz, etc. El grupo lupinero venía reuniéndose desde octubre de 1981 en el garaje de la vivienda de Jorge Punjabi, junto a Ramón Salazar, el Pelado Varizar, Cacho Vázquez, Alicia Kirchner y su esposo Armando Mercado, José Ángel de Dios, y otros. Allí nació la Agrupación Ateneo Juan Domingo Perón. Una de las apariciones públicas iniciales de la agrupación fue en un acto de recordación de la memoria del General, en el cementerio local, bajo el paraguas protector de viejos militantes como Nélida Cremona de Peralta y Manolo López Lestón.
Nélida Cremona y su esposo, Hugo Peralta, eran una buena cobertura frente a los militares porque sus nombres, acompañados de su firma, estaban al pie de la nota remitida a los servicios en la que se denunció a Orlando Stinermann, alias Alemán, como un integrante de Montoneros. El Alemán era un viejo militante de la resistencia peronista, de aquellos que Perón recordaba por su nombre, asociado a Envar El Kadre y los inicios del foquismo. El 18 de abril de 1982 la agrupación estrenó la Unidad Básica Los Muchachos Peronistas, la segunda en la ciudad desde el 24 de marzo de 1976. El lugar elegido para su emplazamiento fue una importante y humilde barriada de Río Gallegos, el barrio Nuestra Señora del Carmen, donde se asentaban quienes llegaban a Santa Cruz buscando un trabajo en la administración pública o en la construcción. Un militante de aquellos días, el Dr. César Amaya, escribió en una columna periodística del semanario La
Tarde: “(...) la agrupación Ateneo Juan Domingo Perón, era el resplandor de lo que fuera la tendencia; había un juramento de marchar a la reconstrucción del Movimiento Peronista en la horizontalidad que preconizó Perón en sus mensajes últimos (...), se proponía ganar la calle con ideología y capacitación intelectual permanente (...)”. Con los años, Amaya emigraría a las huestes de Puricelli, sosteniendo que “(...) el justicialismo hecho poder tiene la mala costumbre de corromper a sus propios ideales y doctrina, se vuelve gorila (...)”. En verdad, la diversidad ideológica siempre acompañó a las estructuras lupineras; muchos de sus integrantes sostuvieron un discurso de acuerdo a postulados del peronismo de derecha y en las actuaciones posteriores, esto se iría marcando. Armando Mercado, alias Bombón, por ejemplo, era un ladero incondicional de Diego Ibáñez, en el Supe. Una anécdota muestra lo variopinto de la agrupación.

En el Nº 7 de la revista Sur, de agosto de 1979, dirigida por los hermanos César y Roberto Arizmendi, un joven contador público nacional, José Ángel De Dios, futuro militante del Ateneo, sostuvo: “(...) fue uno de los momentos emocionales más difíciles que me tocó vivir, no fue nada comparable a lo ya vivido”, y no hablaba de un gran amor juvenil, ni de su pionera experiencia sexual, ni de un diálogo con un filósofo, sino de su encuentro con el teniente general Jorge Rafael Videla, de visita en Río Gallegos.
La estructura principal del Ateneo estaba en la ciudad capital, pocos punteros en el interior. En tanto, los viajes de Néstor Kirchner a la Ciudad de Buenos Aires lo acercaron a los editores de la revista Línea. Por esto no debe sorprender que, en ocasión de la presencia de Ítalo Argentino Luder en Río Gallegos, la columna de la Blanca, con Lupín a la cabeza, llegó hasta el escenario al grito de “Isabel Conducción / lo demás es traición”.
Y, luego, sacudieron la tarima hasta que Luder habló algunas palabras laudatorias hacia la ex Presidente.
Las contradicciones se mantendrían a lo largo de la historia de construcción de poder de Kirchner, quien fue un férreo defensor de la utopía revolucionaria o un posmoderno globalizado que recomendaba a los periodistas leer a Francis Fukuyama, cuando lo interrogaban sobre la extrema dureza del primer ajuste, en los albores de su administración. En la elección interna del 3 de julio de 1983, la lista Blanca salió 3ra. entre tres participantes. Sin embargo, el grupo se mantuvo unido, con más incorporaciones que defecciones. Un importante afluente fue la denominada “banda Cordobesa”, un grupo de militantes estudiantiles de Tupac, la agrupación del frente universitario Vanguardia Comunista. Los primeros en refugiarse en Gallegos de la cruda represión del general Luciano Benjamín Menéndez, fueron César Arizmendi y su compañera, la abogada Alicia de los Ángeles Mercau, apodada Sissí; luego, sus camaradas y colegas, Jorge Chávez, Angelina Abbona y su esposo, Mengueche Mengarelli. También otro más perejil, como Edgar Sánchez, hermano de Gorrión Sánchez, senador por Córdoba, en su paso arrepentido al PJ.

El ingreso al peronismo de la “banda Cordobesa” trajo un plus, ya que, luego de algunos años de cárcel durante la dictadura, otro cordobés de la Vanguardia Comunista llegó a Gallegos, el abogado Carlos Alberto Zannini, alias Chino. La incorporación de Zannini fue la que más frutos rendiría al emergente árbol lupinero. El Chino venía precedido por su historia personal, sus dotes de organizador y todo el bagaje que le ganó el respeto de sus compañeros de militancia en Córdoba. Sin los condicionamientos de la ideología y con el estómago reforzado, Zannini se convirtió en una pieza imprescindible del armado de estrategias para alcanzar el poder, y consolidarlo. Así, 18 años después, desde uno de sus múltiples cargos, el de presidente de la Unidad Básica Los Muchachos Peronistas, habló de sí mismo como un peronista de toda la vida. Todos sabían en el acto universitario de la Unidad Básica más representativa del Frente para la Victoria Santacruceña, que el Chino mentía, pero ya tenía mucho peso como para contradecirlo. El chamuyo de Elías Semán, abriéndoles la cabeza; el coraje de Roberto Luis Cristina; el hijo de Luis Días Salazar en el vientre torturado de Esther, se mueren cada día en El Vesubio, mientras la “banda Cordobesa” pasea sus abultados vientres en las 4x4 que les regaló el poder. De esa UB saldrían otros elementos de gravitación, como Juan Carlos Villafañe, alias Chiki-Chaka; Héctor Aburto, y fundamentalmente quien fuera cadete en su estudio, luego su chofer personal y más tarde, ladero incondicional, Fernando Ulloa Igor, alias Rudy.
Cuando la democracia inició su marcha en Santa Cruz, el peronismo colocó a Arturo Antonio Puricelli y a Patricio Toto en la Gobernación. En tanto, el bloque en la Cámara de Diputados provincial se encolumnó detrás de Rafael Flores. La mano derecha de Puricelli, en el gabinete, y en la reconstrucción de una estructura partidaria propia, fue Amador Iglesias. Para abrir el juego, le ofreció cargos a sus adversarios partidarios y Kirchner fue designado presidente de la Caja de Previsión Social. Néstor Kirchner no podía dejar pasar esta oportunidad y con sus hombres se hicieron cargo, rápidamente, del organismo y comenzaron a crear una estructura de Delegaciones en el interior de la provincia, donde sus punteros encontraron la base para el despliegue de los Ateneos. Una clave fue no separar lo propio de lo partidario ni de lo institucional. Como en un Estado dentro del Estado, anunció obras, la Casa del Jubilado, planes de financiación, etc.
Cuando él percibió que ni Puricelli ni Amador Iglesias avalaban ese “cortarse solo”, denunció la no recepción de los aportes previsionales y el desfinanciamiento de la Caja de Previsión, prometiendo presentar una denuncia penal. Puricelli lo renunció pero la Blanca ya había colocado a muchos de sus hombres.
El poder interno de Arturo Puricelli era inmenso, como corresponde a la relación entre quien detenta el poder y la Santa Cruz del funcionarato. Para enfrentarlo se requería que las otras dos fuerzas internas se unieran para dar pelea, los Ateneos y el MRP. Bajo la conducción de Rafael Flores se había conformado, en 1985, el Movimiento Renovador Peronista, con un veloz desarrollo en el interior de la provincia que, sumado al trabajo de Kirchner en Gallegos, podría dar batalla a Puricelli. Las conversaciones se sucedieron hasta que, sentados todos alrededor de una mesa de restaurante, acordaron ir juntos. Kirchner-Flores era la fórmula para la candidatura al gobierno provincial, y Carlos María Laffitte, alias el Francés, candidato a la intendencia de la capital provincial. Flores, con el acuerdo alcanzado, se presentó ante sus hombres para recibir su aprobación pero lo único que obtuvo fue un rechazo de la mesa ejecutiva del MRP. El Rafa cuenta, hoy día, que “la oposición más fuerte vino de la Agrupación Eva Perón, de Pico Truncado”. Los jefes de la Agrupación Eva Perón –Sergio Acevedo, alias el Negro; Ariel Arnold, alias Chiquito; y Federico Laissen- no le ofrecieron opción: si se concretaba la unidad con el Ateneo, de Kirchner, ellos se iban del MRP. Flores sostiene que no tuvo alternativa porque el flanco norte del MRP se movía con la dinámica de Acevedo, Arnold y Laissen.

En otra cena en el mismo restaurante, Flores le anunció a Kirchner el rechazo de sus bases al acuerdo, y Kirchner se enfureció. Sus acompañantes lo observaron y, de pronto, anunció que pondría en práctica su plan B, resignando por cuatro años la lucha por el sillón de Gregores. Así que daría una doble batalla local, en Gallegos, por la conducción del partido y la candidatura a intendente. Flores se comprometió a allanarle el camino, aportándole sus votos, a cambio de que Kirchner lo ayudase en la contienda provincial. Este acuerdo tampoco prosperó porque Laffitte quiso pelear por la intendencia de Gallegos y se negó a bajar su candidatura.
Algunos militantes del Ateneo recuerdan aquel momento: “El Cuervo estaba quebrado y hablaba de dejar la política, la Bruja compartía su posición; entre todos lo sacamos del pozo y logramos que volviera a trabajar”. Pelear en Gallegos por el partido y por la candidatura a intendente no era un objetivo inalcanzable. Las formas que adoptó el quehacer político de Arturo Puricelli dejó una abundante cantidad de heridos internos; entre ellos, los allegados a Amador Iglesias, percutado del Ministerio Secretaría General cuando estalló el escándalo del millón de dólares que involucraba a la empresa constructora Gotti, a funcionarios provinciales y al Banco de la Provincia de Santa Cruz. En la elección interna provincial, Puricelli impuso su voluntad y el candidato a gobernador fue Jaime Del Val. Pero Kirchner ganó la candidatura a intendente de Gallegos y se quedó con el Consejo partidario local. Entonces, con el trabajo facilitado por el sello partidario, se determinaron varios ejes de acción. Kirchner trabajó personalmente en el armado de un frente y se presentó como un candidato amplio, despojado de los símbolos del peronismo, solicitando la ayuda de Dios y prometiendo recrear el espíritu pionero.
El dejar de lado los símbolos partidarios tenía que ver con una estrategia personal y con una lectura de los resultados de la elección legislativa de 1985, la única contienda electoral que ganó, alguna vez, la UCR santacruceña. Se organizó una labor de timbreo para frenar las intenciones de Puricelli-Del Val de restarle el voto peronista, mientras la militancia inscribió en un padrón especial a los extranjeros (básicamente chilenos) que, en Santa Cruz, se encuentran habilitados a votar para intendente. Fue uno de los trabajos que más tiempo llevó a los militantes ya que al convencimiento de la orientación del voto se le agregaba el trabajo de gestión de los documentos y la inscripción en un registro especial. La estructura de propaganda quedó en manos de Cristina. En los volantes y trípticos que se repartieron se observaba un logotipo, refritado de elecciones en provincia de Buenos Aires, que representaba un óvalo con tornillos que esquematizaba las viejas chapas de numeración de las viviendas, con la leyenda Kirchner 87, y acertaron con un jingle pegadizo.
Cuando Del Val aún no terminaba de acordar su fórmula, Lupín obtuvo la foto más buscada del momento.

Durante el lanzamiento del Frente Municipal de Río Gallegos, se fotografió con Ramón Granero, alias Bochi, del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), que poseía un caudal electoral propio; con Roberto Arizmendi, del Partido Intransigente; y con Romero, de la Democracia Cristiana. Las encuestas y la sensación popular hablaban de un holgado triunfo lupinero en Gallegos, y de la candidata Ángela Sureda, de la UCR, en la provincia. Kirchner estaba eufórico. Si se concretaban los sondeos, tendría su lugar de despegue y eliminaría, en el mismo acto, a uno de sus competidores internos, ya que Sureda es tía de Rafael Flores, y la Constitución provincial contenía una cláusula que impedía la consanguinidad en quien reemplazara a un gobernador en su único mandato permitido. La derrota repercutiría, además, sobre Puricelli y su delfín, Del Val, a quien en sus actos masivos en Gallegos no permitió subir al palco. En el futuro, Kirchner eliminaría estas dos restricciones constitucionales, abriendo la posibilidad de su propia reelección indefinida y el camino a un sucesor de su propia familia.
El 7 de septiembre de 1987, los primeros escrutinios revelaron que los rumores tenían asidero, muchos votos peronistas se volcaron a la UCR, y entre el electorado del padrón de extranjeros, que tanto contribuyeron a engrosar los militantes de Lupín, el voto también se fugaba hacia la UCR. A última hora, los votos de Río Turbio consolidaron un margen a favor de Del Val, y la última mesa de Gallegos indicó que Kirchner era el nuevo intendente, por un puñado de votos más que el contador público nacional Roberto López. La mayoría del Concejo Deliberante quedó en manos de la UCR. Lupín, quien siempre refleja en el cuerpo los miedos, durante las últimas y angustiosas horas, luego del cierre de los comicios, sufrió varios desmayos.
Ricardo Jaime Del Val y su gente llegaron primero a la esquina de Roca y San Martín, en Gallegos, para los festejos; rezagado –y ya medianamente repuesto- arribó Kirchner, abrazados sobre el capó de una camioneta, ambos agradecieron y saludaron. Una sonrisa nerviosa no lograba cambiar la imagen desencajada de su rostro. Esa noche, Lupín empezó a dibujar estrategias para llegar al sillón de Del Val.


Cuando Ramón Granero ayudó a Néstor Kirchner a ganar la Gobernación
Parte 4

El acto de entrega del mando fue planificado como una continuidad de la campaña. “Hay que demostrar una forma de hacer y vivir la política”, decía Néstor Kirchner, la barrabrava estaba preparada para hacerse oír cuando el guión lo indicaba, y los invitados fueron seleccionados. Uno de ellos fue Jorge Cepernic, el gobernador de 1973, quien pagó con años de cárcel sus ideas. De Marcelo, su hijo, como intendente saliente, recibió Kirchner el mando comunal. Marcelo Cepernic, inteligente, introvertido, pasó por el municipio sin altisonancias pero con una obra recordada por su honestidad y el aporte a la infraestructura básica de servicios, extendidos al máximo posible. Él logró el convenio con las Fuerzas Armadas para la sesión de tierras que encorsetaban la ciudad y tuvo logros en materia de integración barrial y apoyo a la cultura.

Cepernic provenía de las filas de Puricelli, hasta la construcción del MRP, en 1985, del que participó, y aquel acto, antes de escuchar a Kirchner, dejó en claro su beneplácito por entregar el cargo a otro peronista. La respuesta de Kirchner fue desencajada, atacó con dureza injustificada la gestión de Cepernic mientras los barrabravas presentes batían el parche de la vendetta contra quienes habían sido sus rivales domésticos. Juan Manuel Cepernic, hijo de Marcelo, recuerda aún hoy, con dolor, la angustia conque la familia retornó a su hogar aquella jornada. Kirchner se trepó, aquel día, a una frase que repetiría a lo largo del tiempo: “El Estado promotor debe suplir al Estado benefactor”. Los bombos hicieron vibrar el salón mientras Oscar Vázquez, alias Cacho, juraba como secretario de Gobierno; luego Ramón Alberto Lascano, alias Tito, en Obras Públicas y Ubanismo; Luis Salvidia, en Hacienda; y la más aplaudida de todos fue Alicia Kirchner, en la flamante Secretaría de Promoción Social. En tanto, el demócrata-cristiano Hugo
Gárdes, asumió en la Secretaría General. Lupín se encargó de dejar en claro, a los integrantes del Frente Municipal, que el jefe era él; y luego inició su tarea preferida: cooptar cuadros ajenos. Para ello generó el Consejo de Planeamiento, Asesoramiento y Consulta, conducido por su esposa Cristina; y por el arquitecto Julio De Vido, y sólo para los considerandos, integró a las restantes fuerzas del Frente. Desde entonces –y se convirtió en una constante de la gestión de Kirchner- nunca una fuerza política dejó de perder hombres y mujeres a manos del irresistible manejo de “la cosa pública” que impuso K.
Por ejemplo, con el Frente Municipal, perdieron su existencia en Gallegos como partidos, el Intransigente y la Democracia Cristiana. Kirchner comenzó ajustando las cuentas del municipio. Para esto eliminó alquileres que pagaba la intendencia, destruyó la red de centros de integración barrial de su antecesor, desarmó la estructura de Cultura –también obra de Cepernic-, y le pidió a Alicia que recreara todo eso pero con otra orientación, apuntalando así la estructura política propia. No había dinero en el tesoro municipal para hacer grandes anuncios; entonces, el 22 de diciembre de 1987 sacó a la calle a todo el personal a lavar las veredas de la calle Roca, el centro comercial de Gallegos. Se dice que en persona, escondido detrás de un tapial, controló la operación que marcaba su estilo a los empleados municipales. Ejecutó una gestión prolija, bien controlada por la mayoría UCR en el Concejo Deliberante y con una interesante tarea del Tribunal de Cuentas que le obligó a informar, regularmente, de los ingresos y egresos. Además, ejecutó pavimentación de calles, construcción de veredas, mejora de la iluminación de las calles y levantó varios gimnasios municipales en los barrios. En tanto, el gobierno provincial era caótico. Pero antes de cargar sobre Jaime Del Val, tendría que superar escollos internos.
Los concejales Jorge Chávez, alias Negro –hombre de la “banda Cordobesa”- y Juan Carlos Villafañe, alias Chiki-Chaka, de la Unidad Básica Los Muchachos Peronistas, plantearon sus disidencias con el estilo personalista de Kirchner y crearon la COP (Corriente de Opinión Peronista). Lograron sumar a Mónica Kuney, Mario Metaza, Edgar Sánchez, Carlos Guardo (peronista muy a la derecha que participó del derrocamiento de Cepernic, en los ’70), y otros. La COP inició alianzas con otras agrupaciones peronistas. Una de ellas reunía a Olaf Aaset, alias Pilín, el chico que vio como Lupín se llevaba el televisor de su casa (ver Capítulo 1); Javier Pérez Gallart y Gabriel Pérez Rassetti, alias Pajarito; además de dirigente de ATE, como Jorge Rivolta; e históricos del PJ como Norberto Ferrantes, alias Madurga; y Pocho Manrique. Chávez llegó al Sur huyendo de los militares, y en 1980 ingresó como asesor legal en el Ministerio de Asuntos Sociales. En 1984 arribaría, siguiendo a la “banda Cordobesa” un camarada que lo había salvado de caer prisionero, Carlos Alberto Zannini, alias El Chino, quien sí había estado preso luego de que lo atraparan en la ex confitería El Molino. En 1987, Zannini llegó a la Secretaría de Gobierno municipal; aunque –dicen- coincidía con los planteos de Chávez. También dicen que intentó irse a vivir de su profesión en Comodoro Rivadavia, en El Chubut, pero los fracasos lo impulsaron a volver a Kirchner.
La gobernación de Jaime Del Val, poco a poco, se transformó en una corte donde política, sexo y poder eran fermentos del desastre anunciado. En 1989, Del Val sufrió una embolia cerebral y fue derivado a la Ciudad de Buenos Aires. Su vice, Ramón Granero, alias Bochi, intentó gobernar manteniendo la estructura que dejó Del Val, mientras la inflación hacía estragos en la coparticipación federal y el dólar escalaba las nubes, dificultándose afrontar la masa salarial de la sobrepoblada administración pública. El regreso de Del Val mostró a un hombre agobiado por la enfermedad, con parte de su cuerpo paralizado y dificultades en el habla, propia de una persona que no terminó su proceso de recuperación. Granero sabía que los votos ganados con su actuación como diputado provincial se diluían junto a Del Val. Las conspiraciones de Rafael Flores, por un lado, y de Néstor Kirchner, por el otro, comenzaron a resultarse simpáticas. En la Nación, la tormenta liberal exigía reordenar los estados provinciales y esto resultó terrible para Del Val, el único gobernador que se jugó por Carlos Menem en 1988, en un escenario de conflictividad social en aumento por el cerco financiero que se cerraba sobre Santa Cruz. “Del Val fue a la Casa Rosada a pedir plata y le entregaron balas de goma y un curso de capacitación de la policía provincial en la represión de motines”, me reveló un ministro del gobernador, que había ingresado a la Casa de Gobierno eludiendo manifestantes, todos de la Administración Pública. Señaló a los policías, que lucían chalecos antibalas nuevos, sobre gastados uniformes.
También nuevos eran los cascos con visera y las cananas con cartuchos de balas de goma y granadas lacrimógenas. Con armamento reluciente y actitud de combate, los policías parecían distintos a los que se intuían cercanos a los manifestantes porque su salario se encontraba atado al éxito de la manifestación. Con los funcionarios escapándose hacia el patio de la vecina jefatura policial, donde a su vez había una puja interna, durante la tarde, y vía un memorando con una firma falsificada, se ordenó tirar. Hasta una embaraza sufrió los balazos de goma y los gases. La represión se terminó tan rápida como empezó, al llegar los diputados, en tropel, a la Legislatura. La policía se escudó en el memo falso y los funcionarios del gabinete provincial se refugiaron en Dolores Ávila, secretaria Legal del Ministerio Secretaría General, todos buscando un responsable para entregar a los diputados.
Ávila, a quien llamaban “la Doctorcita”, era la "novia secreta” del gobernador enfermo; más adelante, cuando él se divorció, fue su esposa. Aquella tarde fue señalado como culpable José Tapia, alias Pepe, el único de quien nadie esperaba una orden de represión, aparente firmante del memorando represor. Ávila, Caíto Del Val –hijo del gobernador- los diputados UCR López y Quintar, junto a Kirchner, intentaron convencerlo a Tapia de que aceptara la culpa, prometiéndole una interpelación legislativa breve y sin problemas. Kirchner, quien preparaba el golpe institucional contra Del Val con la herramienta del juicio político, temía que la dirigencia del sindicato de empleados públicos Apap, controlado por las asambleas donde la izquierda encontraba eco a su propuesta de movilización y lucha, aumentara la apuesta porque con más confrontación había peligro de intervención federal, donde suponía que se candidateaba Puricelli. Tapia se mantuvo firme y, entonces, Del Val lo culpó y lo echó del ministerio por “inútil”. Es curioso: Tapia siguió caminando, tranquilo, por las calles de Gallegos y nunca nadie le dijo nada porque nadie había creído en las imputaciones.
Flores y Kirchner querían la caída de Del Val para eliminar a la estructura de Puricelli y a su cuñado, el senador nacional Pedro Molina; la fecha propicia parecía el mes del Mundial 1990, que se jugaría en Italia. El bloque UCR era liderado por Ernesto Cruz, alias Sinatra, según los columnistas políticos, quien se sumó a la propuesta de juicio político porque creía que todo el descalabro del PJ lo pondría a tiro de la Gobernación. Antes de avanzar con el juicio político, la nueva coalición le exigió integrar un gabinete con sus hombres, ejecutar algunos ajustes fiscales y, luego, que pidiera licencia. Del Val resistió, confiado en que Carlos y Eduardo Menem lo apoyarían en contra del quiebre institucional, pero no consiguió más que declaraciones de prensa. En la Cámara de Diputados provincial se reunieron pruebas, bajo la conducción de Cristina Fernández de Kirchner, miles de fojas apuntalaron ocho cargos, maniobras en la Subsecretaría de Pesca, la enfermedad del gobernador y la utilización de medios provinciales para realizar mejoras en su estancia. Del Val, por consejo de Puricelli, disolvió por decreto la Legislatura y llevó la cuestión a la justicia. Pero la Cámara de Diputados había tomado sus previsiones, designando como camarista a una secretaria del Tribunal Superior de Justicia, Laura Patricia Ballester de Muratore. La camarista, por su antigüedad, subrogó en el Tribunal Superior de Justicia y cuando la nulidad llegó a esa instancia, su voto y el de la Dra. Clara Salazar, dejaron en minoría al Dr. Castro Dassen. El conflicto de poderes llevó al Ministerio del Interior a enviar a Jorge Díaz Martínez, un catamarqueño vinculado a los Saadi, como amigable componedor.

Díaz Martínez descendió en Gallegos y se encontró con un amigo, Armando Mercado, alias Bombón, cuñado de Kirchner y aún hombre del Supe, quien no se despegó de la sombra de Díaz Martínez, quien de inmediato comprobó la soledad de Jaime Del Val, y decidió convencerlo que lo mejor era aceptar el juicio y entregar el poder a Ramón Granero. A los riojanos en el poder federal no pareció importarles qué ocurría en la lejana Patagonia. El mismo día en que los Granaderos a Caballo expulsaban a Zulema Yoma y a sus hijos de la Quinta de Olivos, Del Val reclamó en la Cámara de Diputados su derecho a defensa en juicio y denunció las presiones de Granero, Kirchner y Flores, y la falsificación de sus certificados de salud.
El juicio político a Del Val tuvo todos los ingredientes de un show mediático que no conmovió demasiado a la población. Las intrigas, golpes de efecto y campañas de prensa se producían con un ojo puesto en el sillón de la Rosadita, y en la contienda electoral que se venía. Se acumularon miles de fojas, los abogados actuaban como tales y algunos cobraban con oportunas asesorías brindadas por el enjuiciado antes de que le suspendieran la firma. Los militantes de la alianza Kirchner-Flores-Granero vs. los de Del Val, colmaron las graderías mientras los funcionarios y ex funcionarios daban testimonio. A la salida de una sesión, Del Val, con un aspecto físico ya mejorado, cargó contra los periodistas que trabajaban en el área: “Con algunos periodistas habría que hacer jabón”. Joaquín Pérez, alias el Vikingo; y Miguel Coiffman, alias el Ruso, militantes del MRP, colgaron la noticia en todas las teletipos de agencias de noticias. Crónica le dedicó casi media página y las organizaciones judías enviaron notas de queja. Del Val comenzó a asumir que se desbarrancaba, y el menemismo le retiró el salvavidas prometido y que aún no le había arrojado.

El juicio político terminó con la destitución de Del Val como gobernador de la provincia de Santa Cruz, con el voto afirmativo en siete cargos: 1. Ejecución con equipamiento oficial de una obra de aprovechamiento hidráulico en su estancia. 2. Incumplimiento inexplicable de los dispositivos de la Ley Provincial de Pesca. 3. Incumplimiento de la Ley Provincial de Emergencia 2.077. 4. Extracción de fondos depositados a plazo fijo en violación a las normas vigentes y en función de hacer valor la influencia que el cargo le confiere, en el Banco de la Provincia. 5. Falta de cumplimiento en lo preceptuado en la Ley 2.070. 6. Dictado del Decreto 806/88. 7. Autorización de contraer un empréstito de US$ 430 millones. Por la negativa se votaron los restantes cargos: 1. Incapacidad física y mental. 2. Injustificable omisión en la cobertura de importantes cargos provinciales. 3. Proyecto ecológico en San Julián. 4. Situación de riesgo técnico del Banco de la Provincia. 5. Manejo discrecional e irregularidades en la distribución del Bono Solidario.
Con el vicegobernador Granero en el poder, la sucesión quedó en manos de la nueva vicepresidente 1ra. de la Cámara de Diputados, Cristina Fernández de Kirchner.

# El acuerdo

Ramón Granero, alias Bochi, a cargo de la gobernación, designó, el 31 de mayo de 1990, ministro de Gobierno al abogado Héctor Icazuriaga, quien pertenecía al MRP de Rafael Flores. Icazuriaga, apodado El Chango de Chivilcoy, fue criticado porque pronunció un discurso propio de alguien que llega para quedarse y no de alguien transitorio: “Mi agradecimiento al Sr. Gobernador y a todos aquellos que han entendido que, quien les habla, era la persona idónea para ocupar la cartera”.

En verdad, Del Val aún estaba suspendido transitoriamente por 30 días. La anécdota le dejó, para siempre, a Icazuriaga el mote de El Idóneo. En esos 30 días, el gabinete se fue conformando entre los tironeos de las facciones, cada líder quería ubicar a su gente en las áreas estratégicas. Abundaban las anécdotas de acuerdos que eran rotos cuando, a último momento, Kirchner solicitaba ese cargo para su gente y todo se empiojaba. La negociación se extendió más allá de la destitución de Del Val. Hacia el mes de julio, el MRP logró designar a Daniel Cámeron en el Ministerio de Economía; el Frente para la Victoria Santacruceña ubicó a Alicia Margarita Antonia Kirchner en el Ministerio de Asuntos Sociales, y a Julio De Vido en la conducción de Vialidad Provincial, junto a Barletta, Palacios y Vargas.
Cristina era la vicepresidente 1ra. del Legislativo y su embarazo no le impidió sesionar hasta la madrugada del 6 de julio, cuando nació Florencia, su 2da. hija y la consentida de Kirchner. En la Secretaría General asumió Félix Ríquez, alias Puma; y en Educación, la dirigente del MID, Martha Crowe. Flores no estuvo de acuerdo con lo de Ríquez y le ordenó a El Idóneo no asistir a la ceremonia. El gabinete nació mal pero las finanzas provinciales estaban peor y el 7 de julio, Santa Cruz ingresó a una virtual cesación de pagos. Cristina tenía 36 años y el día que nació Florencia, la Corte Suprema de Justicia de la Nación convalidó el fallo del Tribunal Superior de Justicia santacruceño, y terminó con las posibilidades de retorno de Del Val al gobierno, que gestionaban Daniel Peralta y Mario Aramburu. Varias agrupaciones justicialistas hicieron públicas sus objeciones a lo actuado: el Movimiento de Unidad Peronista, las UB Joaquín López, 20 Verdades, Ateneo Liberación, Restauración Peronista y la Corriente de Unidad Peronista, ex Corriente de Opinión, de Jorge
Chávez. Puricelli seguía tejiendo contra la coalición Kirchner-Flores-Granero y creó la Liga de los Intendentes, presidida por Charo Sandoval, de la localidad de Los Antiguos.
En septiembre de 1990, los sueldos eran una preocupación de trabajadores y funcionarios santacruceños, que cobraban en dos cuotas, licuadas por la inflación. En la policía provincial, por más que hasta los suboficiales cobraban el 100% de su salario, se exigía una recomposición del 56%. Y lo hicieron saber a la plana mayor y al sindicato de empleados públicos Apap, su oficioso representante en las negociaciones con el gobierno.

El Idóneo fue a un acto a entregarle a la Policía los vehículos oficiales que se les habían quitado a otras reparticiones, en cumplimiento de medidas de ajuste. El Idóneo anunció que los porcentajes que se estudiaban para el aumento salarial serían los mismos que recibirían todos los empleados públicos, muy por debajo del 56% solicitado por los uniformados. En ese contexto ocurrió la renuncia del comisario Gottfrid y su reemplazo por el comisario general Pedro Zerbo. Luego, en la madrugada del viernes 28, el Salón Blanco de la Casa de Gobierno fue baleado por un grupo de policías que irrumpió disparando. Cristina Fernández había hecho pública su renuncia a la Vicepresidencia 1ra. de la Cámara pero ante la ausencia de Granero, fue informada de los graves sucesos. Ella narró al semanario Para Ti, en esos días, que su esposo, Néstor Kirchner, el intendente de Gallegos, estuvo listo de inmediato para ir a la Casa de Gobierno pero ella se tomó su tiempo para maquillarse. Kirchner insistió en que era una emergencia, y ella dijo que le respondió: “Mirá, pueden desembarcar los marines pero yo a la calle sin perfume no salgo”. Por entonces, ella usaba Rumba. El sereno de la Casa de Gobierno estuvo a punto de ser baleado. Los policías se llevaron el retrato del abrazo de Puricelli y Del Val, que estaba en la galería de fotos de los gobernadores, simbolizando la única vez que un gobernador electo cedió a otro electo, el sillón de la calle Alcorta. Luego, esos policías marcharon a reunirse con sus compañeros, quienes se autoacuartelaron en las comisarías y destacamentos.
El comisario Zerbo renunció y en su reemplazo asumió el comisario mayor Horacio Guardo. El patrullaje urbano quedó en manos de Gendarmería, mientras Guardo negociaba con los autoacuartelados, lo que ocurrió hasta el 1º de octubre, cuando se anunció un aumento del 21,6% y que casi no se investigaría lo ocurrido. Pero la fotografía de Puricelli y Del Val no regresó al Salón Blanco. La justicia frenó los paros docentes y, a pesar del descontento por el pago en cuotas de los salarios, la Apap comenzó a desnudar las contradicciones internas que sólo se resolverían a comienzos de la gestión Kirchner, con quien coincidía su secretario general, Rafael Agulló. En tanto, los hombres de Kirchner se preparaban para romper con Flores y Granero, y así llegar con el menor costo posible a los comicios de septiembre de 1991. A Kirchner le preocupaba no dejarle ningún margen a Bochi, no fuese que éste quisiera consolidar algún liderazgo; a la vez, procuraba controlar a la UCR que balconeaba la situación que describía como el resultado de las internas peronistas. Así, se trabaron en la Legislatura casi todos los proyectos que envió el Ejecutivo, y la realidad financiera ahogó a Santa Cruz. El año 1990 es recordado en la provincia como el año cuando los estudiantes pasaron de grado por decreto. Con el Ministerio de Economía sin dinero y sin resultado en las negociaciones por las deudas que la Nación e YPF mantenían con la provincia de Santa Cruz por regalías de hidrocarburos, Granero tenía pocas posibilidades de éxito. Tampoco podía ajustar los gastos en personal porque eso le permitiría reagrupar fuerzas a Puricelli, quien aún esperaba una intervención federal.
Así, Granero, un hombre que había sido felicitado por la Nación luego de liquidar el parque automotor mucho antes que Adolfo Rodríguez Saá hablara de ello, que había obtenido una Ley de Emergencia que lavó el Legislativo provincial, y que fue invitado a sumarse al PJ y buscar un escaño nacional, pasó su gestión buscando dinero que... nunca consiguió. El 1º de mayo de 1991, leyó el tradicional mensaje a la Cámara y, dos días después, renunció.

Un día, Julio De Vido se enojó con Néstor Kirchner
Parte 5

En Río Gallegos, al frente de su disciplinada tropa, en 1991, Néstor Carlos Kirchner se preocupaba por acordar candidaturas en el interior provincial. Kirchner se perfilaba como un férreo conductor político de un sector reducido en militantes, que se había engrosado con la gestión municipal. Con un Concejo Deliberante donde estaba en minoría, y ejerciendo control sobre sus actos de gobierno, Kirchner apareció prolijo y actuando con rapidez cuando alguno de sus muchachos “se excedía”. Así, Tito Lascano partió al exilio en Punta Arenas y el Pelado Varizat se alejó de su cargo cuando un edificio en construcción se derrumbó siendo él secretario de Obras Públicas, a la vez que Maestro Mayor de Obras del edificio en cuestión.
Otra denuncia fue por la compra de estacas para forestación, que el concejal UCR Felipe Silva calificó como “muy caras”, unos $ 70.000 (US$ 70.000), compradas a quien no estaba en el padrón de proveedores del municipio. Además, las estacas estaban secas. Para Carlos Zannini, secretario de Gobierno, se trató de una denuncia política de un opositor. Para Cristina Fernández, un negocio donde no se podía sospechar de ella o su marido, ya que se trataba de una suma menor a la de los tapados de piel que tenía en su ropero. Con una capacidad de trabajo que superaba a la de sus militantes más aguerridos, Lupín se presentaba a informar a los jefes de Unidades Básicas y de agrupaciones, dos veces por semana acerca de los avances en el interior; luego, la cita obligada era en el café Caravelle, donde Kirchner le solicitaba que cada uno, mano a mano, le informara de la situación en cada sector, mientras bebía whisky Criadores, café cortado, y fumaba sin descanso. Uno de los mayores interrogantes era quién lo reemplazaría en la intendencia.
Su hermana Alicia estaba entre sus anhelos, pero no crecía en las encuestas. Con mejores números aparecía el arquitecto Julio De Vido, reconocido por su breve gestión en Vialidad Provincial en los días del acuerdo político con Ramón Granero. El 12 de abril de 1991, se realizó un acto en el cine Carreras, la escenografía era celeste y blanca, y con grandes letras blancas se leía “1er. Congreso FVS-MRPGrupos Independientes Kirchner Gobernador”. Rudy Ulloa y los punteros movilizaron más de 1.000 personas, muchos quedaron afuera porque las primeras filas se llenaron de funcionarios municipales y candidatos al hueso que se arrojara. Felipe Ludueña, un aliado de Kirchner, de la derecha peronista ortodoxa, amigo de Diego Ibáñez e impulsor de la intervención federal al gobierno de Jorge Cepernic, en los ’70, fue el orador inicial. Rafael Flores, luego, realizó un mea culpa del pasado inmediato. Rudy Ulloa Igor dirigía los cantos contra Arturo Puricelli y la UCR. Entre los presentes estaba Carlos Lemarchand, un intendente UCR que ese día cambió de bando, al frende de una nueva agrupación: Movimiento de Acción Piedrabuenense. Luego se nombró a Chiquito Arnold, el candidato a vicegobernador, y los aplausos fueron pocos. No muchos más recogió un nervioso De Vido cuando fue presentado como el candidato a intendente de Río Gallegos. Titubeante y con la voz nerviosa, su discurso nunca tomó vuelo. La barra no lo acompañó. Los motivos quedarían en evidencia algunos días después. En la noche siguiente, De Vido le entregó una plaqueta de la Municipalidad de Río Gallegos al boxeador Locomotora Castro, por su campaña personal, y los silbidos de la popular colmaron el Hispano Americano. Luego, la laguna María la Gorda se cubrió con los volantes de De Vido, en un repudio a su candidatura que encabezaba Rudy Ulloa Igor, chofer de Kirchner y quien ya manejaba los aparatos movilizadores del Frente para la Victoria. Detrás de Rudy se encolumnaron los militantes de mayor peso y la candidatura de De Vido fue reemplazada por la de Manolo López Lestón, un anciano peronista, tío de Kirchner, quien fue llevado, en un desgaste inútil, a una elección que se había dado por perdida. De Vido reunió a su escasa tropa y acusó a Kirchner de “autoritario y absolutista”, palabras que volaron hasta los oídos de Lupín, quien lo mantuvo bajo castigo hasta diciembre de aquel año. Kirchner había entendido que Julio De Vido no era representativo hacia adentro del PJ y que en Gallegos había nacido un nuevo fenómeno, que se paseaba en un automóvil antiguo, con una gran boina en el techo y enormes bigotes en su frente. Con escasos seguidores, un tipo bonachón, bigotudo y afable en serio, se convirtió, de la noche a la mañana, en el candidato de la gente: Alfredo Martínez, alias Freddy, sería el intendente de Gallegos por ocho años.

¿Cómo hace De Vido las cuentas?

El 2do. semestre de 1991 es imborrable para los santacruceños por varias razones. El conflicto con Chile, por Lago del Desierto y la poligonal, que dejaba en manos trasandinas una porción importante de territorio, se instaló definitivamente. Luego de unos titubeos frente al accionar de la Comisión 9 de Julio – Soberanía, a quienes veían como un grupo de nacionalistas trasnochados, Néstor Kirchner y Rafael Flores tomaron partido por hacer frente a las decisiones de Menem y de la Cancillería. Las expresiones de Bernardo Neustadt, en una entrevista a Patricio Aylwin, indignaron a todos los sureños: "(...) que por dos metros más o dos metros menos de tierra, nuestro país no sería más rico ni más pobre (...)”. Los Hielos Continentales se convirtieron meses después en una bandera para Kirchner, ya gobernador de la provincia de Santa Cruz. A instancias de su mujer, Cristina, aceptó que esta era la oportunidad de convertirse en una referencia nacional, al menos en los medios de comunicación. Cristina Fernández de Kirchner se encargó del trabajo mediático, y del legislativo –junto a Flores-, marcando uno de sus principales enfrentamientos con Menem, y el inicio de una estrategia de construcción de poder. Las privatizaciones y el sistema de reducción de puestos de trabajo, comenzaron a afectar al sector petrolero y al minero; Santa Cruz vio partir a más de 10.000 personas detrás de la zanahoria de elevados montos cobrados en concepto de retiros voluntarios.
Menem avanzó en la reducción de cuarteles militares, y con los uniformados se marcharon sus familias, entre ellas numerosas trabajadoras docentes. Con la crisis financiera y económica instalada, en la madrugada del 13 de agosto de 1991, la erupción del volcán Hudson, del lado chileno de la Cordillera de los Andes, cubrió el 40% del territorio santacruceño con cenizas. El silicio tapó Los Antiguos y la mitad de sus pobladores debió ser evacuada, el resto optó por quedarse a resistir. Desde los Andes a la costa atlántica, la ceniza mató a 1,5 millón de ovejas y a las plantaciones de frutas finas; los ríos se quedaron sin peces, el agua potable que salía de los grifos era color marrón y las viviendas no resistieron el peso del polvo acumulado en sus techos. El viento llevó las cenizas hasta Río Gallegos y aún hasta la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, la ceniza atrajo la atención de las autoridades nacionales, que decidieron visitar la zona más afectada y concretar los acuerdos que trabajaron Pipeta Porto y Goyo Fernández, con el apoyo de Arturo Puricelli y el senador Pedro Molina, ya enrolados en el menemismo. El Acuerdo de Puerto Deseado no sólo alivió a las finanzas provinciales sino que marcó el futuro de los próximos mandatos y fue la base anhelada por el constructor del feudo.
El Acuerdo abarcó varias cuestiones:
1. Reconocimiento y cobro de regalías de petróleo mal liquidadas, que estaban en juicio desde el gobierno de Puricelli, por US$ 480 millones.
2. Entre del 10% sobre la venta de las áreas centrales en la provincia.
3. El compromiso de asignar US$ 32 millones para viviendas.
4. Aporte no reintegrable de US$ 10 millones para la asistencia a los productores agrícolas y ganaderos, como también de asistencia social a los afectados por el fenómeno del Hudson.
5. Convenio pre-acuerdo de la provincialización de los puertos.
6. Convenio de pesca. Además, se avanzó en preacuerdos globales para la compensación de deudas entre la Nación y la provincia, y entre el Banco Central y el Banco de la Provincia de Santa Cruz. Ya de regreso a su banca, luego de entregar el poder a Kirchner, el diputado provincial García, y sus ministros, publicaron el 30 de abril de 1992 una solicitada de una página en el diario La Opinión Austral, dando cuenta de sus actos de gobierno. La realidad demostró que entre el balance de situación que publicó el ministro Julio De Vido, con números a diciembre de 1991, y la solicitada de abril de 1992, no existían demasiadas contradicciones, sólo que el gobierno de Kirchner nunca más publicó los números de la provincia, y 10 años después mintió con grosería sobre estos datos, fundamentalmente en el rubro de las deudas que encontró al inicio de su gestión. Pero ya el diputado Chicho García no le refrescaría la memoria porque estaba de su lado, asesorando al bloque del oficialismo, y su ministro Tussi Peña ocupaba el sillón de secretario de Estado de Seguridad. La deuda publicada por De Vido alcanzó los US$ 380 millones, y se dedujo, del estado contable, que US$ 120 millones correspondían a compensación de deudas y créditos con el Estado Nacional, con una conclusión anticipada en el acuerdo, favorable a la provincia de Santa Cruz y con créditos en su favor que nunca fueron informados por Lupín Kirchner. Otros US$ 100 millones de deuda se trataban de financiación documentada de obras públicas, algunas con vencimiento a los cuatro años y con vías presupuestadas de aportes de fondos específicos para su pago. Las deudas del Banco de la Provincia de Santa Cruz con el Banco Central estaban en vías de condonarse a partir del pre-acuerdo por las cenizas del Hudson, y en el marco de la negociación global de los fondos por regalías mal liquidadas. La restante deuda –con proveedores, prestadores y trabajadores de salud- fue paralizada por la Ley de Emergencia de Kirchner, y cancelada en los dos primeros casos con bonos a 16 años. La deuda salarial nunca fue reconocida en su totalidad. Lo cierto es que, al momento de asumir Kirchner la Gobernación de Santa Cruz, los trabajadores cobraban en dos cuotas sus salarios, y la 1ra. medida que adoptó Kirchner fue el secuestro del medio aguinaldo y el sueldo de diciembre de 1991, medida que le permitió “hacer caja” y avanzar en una estrategia de sumisión de las estructuras que él denominaba “las corporaciones”. Lejos de las mentiras de los US$ 1.000 millones de deuda, cuatro meses de atraso en los salarios y dos aguinaldos, Kirchner encontró una provincia que se posicionó en más de $ 4 por cada $ 1 de deuda. A los $ 480 millones del acuerdo por regalías (US$ 480 millones), se les debía sumar $ 35 millones (US$ 35 millones) por la venta de las áreas centrales de petróleo y “otros $ 40 millones (US$ 40 millones) de otros créditos como los $ 12 millones (US$ 12 millones) de impuestos a los sellos que sentenció la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 27 de diciembre”.


Miguel Bonasso sufre de desinformación o amnesia
Parte 6

A comienzos de diciembre de 2001, con la estructura judicial totalmente controlada y la información de que al gobierno de Fernando De la Rúa le quedaba poca vida política, Néstor Kirchner decidió tomar previsiones.
El escenario más que posible de caos y caída en las recaudaciones no debía afectar sus propios proyectos de pelear la Presidencia de la Nación, labor a la que le dedicó los dos años anteriores, ni los dineros de la provincia de Santa Cruz en el exterior, reducidos a US$ 536 millones, por entonces depositados en un banco de Luxemburgo. La generosa obra pública, tampoco podía ser afectada, significa demasiado peso y demasiados pesos. Con información privilegiada, puso a salvo su propio dinero de los alcances del corralito y permitió que quienes manejaban dinero dentro del esquema de financiamiento del Frente para la Victoria Santacruceña, hicieran lo propio. La información llegó a un importantísimo empresario, quizás el único que le pueda discutir, de igual a igual, en materia de manejo de dinero, un lugar en el mundo económico. Kirchner hizo así una muestra de su predisposición a incorporarlo a las filas propias.
Hoy, el empresario sabe que le debe un favor. El hombre que quería ser Presidente y ministro de Economía, a la vez, diseñó un esquema de presupuesto reducido, sin afectación de fondos externos pero con vía libre de disponibilidad en sus manos, y un ajuste cercano a los $ 20 millones que recaerían, otra vez, sobre los salarios. En el Ministerio de Gobierno, el ministro Julio Miguel De Vido, y José Salvini, convocaron a los gordos de la CGT local: Raúl Belluschi (Uocra), Omar Campos (gas), José Castro (Upcn), y otros, quienes escucharon la línea gubernamental de boca de quien es el nexo con los sindicatos. Lo hicieron más por ambición política que por voluntad de Kirchner. De Vido y Salvini les explicaron que se darían de baja algunos plus salariales, como riesgo de caja, informática, vivienda de médicos hospitalarios y comisarios trasladados, el pago de pasajes a jubilados y pensionados, y una fuerte reducción en las asignaciones familiares, que en la provincia de Santa Cruz se pagaban con coeficiente 4. Según el relato de uno de los presentes, los sindicalistas lograron morigerar los alcances del ajuste y que sólo la reducción del 25% en las asignaciones familiares evitó poner en riesgo el pago de los salarios públicos provinciales en tiempo y forma. El vicepresidente 1ro. de la Cámara de Diputados provincial, Héctor Icazuriaga, gobernador interino ya en esos días por las continuas ausencias de quien era precandidato presidencial, informó que los alcances del Decreto 2.348/01, evitando mencionar la inclusión de los pasajes de los jubilados.
Ya habría tiempo... además, les adeudaban los dos últimos años. El ajuste, en términos de presupuesto provincial, era irrisorio, poco menos de $ 20 millones contra $ 750 millones previstos, pero en el bolsillo de los trabajadores públicos santacruceños representaba entre un 25% y un 50% de descuento en sus ingresos de bolsillo. Entonces, mientras Kirchner se sumaba a Víctor De Gennaro en el reclamo de firmas para obtener una ley que atendiera a los más indefensos, en la Nación, se quedaba en su provincia con la asignación por cónyuge, reducía en un 25% las asignaciones por hijo, familia numerosa y escolaridad, eliminando además la doble asignación que se debía pagaba en enero de cada año. La medida provocó un rechazo generalizado en la población pero sólo algunos hacían escuchar sus protestas, a través de anónimos mensajes que ponían al aire algunos programas radiales no financiados por el Gobierno provincial.
La protesta mediática buscó los micrófonos de A los 4 Vientos, por FM Abril; La Parada, por FM Tiempo; Zona Pública y Séptimo Día, por LU 12. El canal de TV oficial sólo informó acerca del decreto y las culpas de De la Rúa; los informativos de Canal 2, dependientes de una productora que comanda Claudio Miniccelli, alias Mono, cuñado de De Vido, tuvo igual actitud. En cuanto a los diarios, actuaron según la pauta publicitaria estatal. Tiempo Sur, que no está en ella, aunque alguna vez lo estuvo, brindó toda la cobertura necesaria y mantuvo el tema en sus páginas; La Opinión Austral jugó al equilibrio; Prensa Libre ignoró la protesta; y El Comunitario, de Rudy Ulloa, felicitó la “previsibilidad del gobierno”.
Tal como fue previsto por Kirchner, el quiebre institucional y los 36 muertos del 20 y 21 de diciembre de 2001, amortiguarían la ira de los damnificados; pero no anticipó que las jornadas nacionales de protesta provocarían los cacerolazos y escraches que en los municipales santacruceños prendió de inmediato. Los municipios debían adherir a la medida de ajuste salarial provincial, y sólo hubo vacilaciones en el Concejo Deliberante de Caleta Olivia. No tenía sentido oponerse porque la provincia giraría las partidas a los municipios, descontando el recorte de los Aportes Extraordinarios por Déficit, fondos para el pago de la masa salarial que resulta la gran tenaza de todo gobernador para impedir rebeldías de intendentes.
Con la coparticipación municipal de impuestos y las regalías por petróleo y gas, congeladas a los niveles del Censo Poblacional 1981, incumpliendo la legislación que obliga a la actualización de los montos sobre la base de los nuevos censos y sus aumentos poblacionales, Kirchner impuso su voluntad a los intendentes de Santa Cruz. Además, no coparticipó nunca los ingresos extraordinarios en concepto de regalías mal liquidadas. Únicamente Río Gallegos puede escapar, a veces, a la mano de hierro. Pero la gestión del arquitecto Héctor Aburto, entre diciembre de 1999 y febrero de 2002 generó tanto déficit municipal ($ 40 millones) y tanta corrupción, que quedó sin autonomía. Aburto era un militante de la Unidad Básica Los Muchachos Peronistas, muy cercano a Kirchner, y no dudó en apoyar el recorte, al igual que los concejales justicialistas Juan Carlos Villafañe, alias Chiki-Chaka; Carlos Sancho; Mario Metaza y un tal Cremades. El secretario general del sindicato de municipales, Edgar Geréz, un dialoguista amigo de Aburto, ya había sido superado por sus bases en enero de 2001, cuando el intendente no renovó los contratos laborales porque quería las vacantes para sus militantes, que lo administraban para ingresar al municipio luego de ocho años de UCR en Río Gallegos. Los municipales llegaron a la quema de neumáticos y el encadenamiento a las columnas de alumbrado público. Ahora, comenzaron a trabajar en una movilización para arrancarle un No al Ajuste al diminuto Aburto. El 28 de diciembre, cuando se cobraba el medio aguinaldo en el cajero automático del palacio comunal, comenzaron los cabildeos, y Aburto y sus colaboradores ordenaron el alerta cuando de varias camionetas comenzaron a descargar cubiertas de neumáticos.
La policía miraba de lejos, mientras por una puerta lateral comenzaron a ingresar los militantes de choque a la municipalidad. Otro grupo, más numeroso, se autoconvocaba en la Unidad Básica Los Muchachos Peronistas, bajo la responsabilidad de Rudy Fernando Ulloa Igor, esperando directivas. Kirchner estaba de viaje, como siempre. Detrás de la reja, Martín Aburto, padre del intendente, comenzó a increpar a los manifestantes, hasta que debió buscar refugio por los insultos y piedras que le llovieron. Ex ferroviario de YCF, Martín Aburto se dedicó a la construcción en la época cuando su hijo fue el responsable de las obras públicas del municipio y de la provincia. Otro de los convocados fue el director de Tránsito, Juan Carlos Gómez, hombre dedicado a las artes marciales y de naturaleza violenta. Provocó a los manifestantes hasta que, luego, ingresó al municipio rodeado por el secretario de Desarrollo Comunitario, Jorge Ferreira; Miryam Aguiar, Juan Carlos Has y otros integrantes de la guardia permanente de Kirchner.
La policía intentó avanzar con una autobomba para apagar las llamas pero un piquete les advirtió que no se lo permitiría por lo que puso marcha atrás. Rodeados, ahumados, histéricos por los petardos, a las 18:00 Aburto ordenó aceptar que un grupo ingresara a dialogar, con la garantía de los concejales opositores Marcelo Saá, Jorge Cruz y Bubby Austin. Carlos Edgar Sánchez había llegado a secretario de Gobierno por recomendación de Carlos Zannini y del ya mencionado Chávez, apodado el Negro, otro integrante de la Banda Cordobesa. En Córdoba, durante su juventud, Sánchez había quemado gomas, ahora debía apagarlas. Sánchez fue disidente con Chávez en la Corriente de Opinión Provincial, que cuestionó la metodología de Kirchner para conducir los ateneos y UB. Sin embargo, la propiedad de un Registro Automotor que le consiguió su hermano, el senador apodado Gorrión, lo calmó y volvió a Kirchner. Sánchez juró en su puesto a principios de diciembre de 2001 y al día siguiente se había marchado a aguas tropicales a tratar de resolver problemas sentimentales, en base al bronceado más tradicional. Su humor no estaba para humo ni petardos, pero los días de calma le brindaron la serenidad para dialogar con los delegados y prometer elevar sus inquietudes; sólo les pidió que cesaran con los petardos que explotaban debajo de la ventaja de su despacho. También dijo que perdía dinero con esa ingrata función pública. Hubo varios cuartos intermedios y reuniones, hasta las 22:30, cuando Aburto le comunió al informativo de Canal 2 que no negociaría con nadie. Más llamas, manifestantes y funcionarios. Irrumpió en escena la diputada nacional Mónica Kuney, y su esposo, Ricardo Pincheira, quienes prometieron nuevos contactos telefónicos con Kirchner, quien según sus dichos, volaba en el avión sanitario provincial rumbo a Río Gallegos.
A las 2:00 del día 29, la diputada Kuney llamó al celular de la delegada Griselda Cuirolo, para informarle que el comisario Ojeda y algunos hombres uniformados se acercarían al municipio para cubrir la salida de los funcionarios y de los militantes municipales porque, según Kuney, tenian miedo de salir solos. Los policías cubrieron las retiradas mencionadas pero, a la vez, comenzaron a secuestrar los vehículos particulares de los manifestantes, en particular las camionetas en que se habían trasladado neumáticos. Luego, comenzaron con los interrogatorios y amenazas contra los manifestantes que buscaban baños o kioscos.
Kirchner seguía desaparecido y solamente aparecía la diputada Kuney. Tiempo después se supo que Kirchner nunca fue a Río Gallegos sino que su avión bajó en El Calafate, y fue a dormir en la residencia que construyó su esposa, Cristina. El último llamado de Kuney a Cuirolo, fue a las 4:30, la diputada nacional apagó su celular y no volvió a intentar comunicarse, como sí lo había prometido. Sin cambios transcurrió toda la jornada y el piquete se mantuvo hasta las 20:30 cuando una nueva asamblea decidió el levantamiento de la medida hasta nuevo aviso y la búsqueda de otras variantes de lucha. Luego de las fiestas navideñas y de Año Nuevo, la comisión de lucha comenzó a preparar un cacerolazo.


Apuntes sobre el flamante ‘progresismo’ del Presidente
Parte 7

El jueves 24 de enero de 2002, se difundió la fecha de la 1ra. convocatoria. Durante los días previos, los llamados telefónicos a las radios alentaban a la movilización de los municipales, a quienes se les sumó el gremio docente y el de los trabajadores del privatizado Banco de Santa Cruz que afrontaban una rebaja salarial. También sectores de la administración pública provincial y del Frente de Unidad Trabajadora.
Con la lentitud santacruceña, el inicio del acto, previsto para las 20:00, terminó produciéndose a las 21:00. Los del Frente de Unidad y los de la combativa Lista Negra, de la Asociación de Trabajadores del Estado, aportaron los equipos de sonido y las cuerdas de seguridad. Ellos tenían experiencia en estos quehaceres.
La policía apostó algunas motocicletas a 100 metros, para desviar el tránsito, y sería su única aparición durante el ciclo de manifestaciones. Por el micrófono desfilaron trabajadores municipales, vecinos indignados con el intendente, Héctor Aburto, y con sus concejales, representantes de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, de jubilados, mineros desocupados, médicos que no aceptaron que la Caja de Servicios Sociales les redujera, en forma unilateral, sus acreencias; y, por supuesto, gente apresada en el Corralito. La moción de seguir manifestando cada viernes, a la misma hora, fue aprobada por 600 personas. También la de constituir una Asamblea Permanente del Cacerolazo, con reuniones abiertas a realizarse en la sede del gremio docente, Adosac. Cuando alguien nombraba a un funcionario, las cacerolas quedaban abolladas, y siguieron sonando cuando se mocionó marchar a Casa de Gobierno, aunque con recomendaciones de mantener la calma y no provocar algún incidente. De contramano, por Avenida Roca, de Río Gallegos, la cerrada columna se detuvo en el edificio del Tribunal Superior de Justicia, que tenía una única ventana iluminada, la que ocupaba su titular, Carlos Zannini, el Chino. Dos ateridos agentes de policía los vieron llegar a la Rosadita, y los escucharon gritar: “Se va a acabar / se va a acabar / esa costumbre de robar”. Otra pareja de policías los escuchó, luego, en la residencia del gobernador Néstor
Kirchner, quien como era costumbre en los últimos años, no se encontraba en Río Gallegos. Adentro de la residencia, la mamá de Kirchner y su hija, no entendían cómo podían ser acusados de semejantes irregularidades.
Luego, las familias manifestantes se dirigieron a la intersección de Roca y San Martín, cantaron el Himno Nacional y retornaron a sus hogares para cenar. Para los canales de TV, la movilización no existió. El diario La Opinión Austral publicó un recuadro. Su rival, Tiempo Sur, le dedicó un mayor espacio ya que sus propios directivos habían participado de la marcha. La 2da. marcha lo encontró al gobernador Kirchner con más reflejos, junto a Alicia Kirchner y a Héctor Icazuriaga, alias El Idóneo, organizó un acto de desagravio en la puerta de la Rosadita, mientras la marcha cacerolera se aproximaba al lugar, y algunos insultos partieron de las veredas oficialistas, ocupadas por los incondicionales del poder. La presencia de la guardia civil de Kirchner y de matones en actitudes más agresivas, obligó a los caceroleros a evitar pasar por la Casa de Gobierno, y marcharon hacia las viviendas de los funcionarios y de los comunicadores oficialistas. Las residencias de Zannini, de Icazuriaga, de Lázara Báez, del Bicho Ocampo, y del diputado Muratore y Sra. (o sea Laura Ballester, jueza del Tribunal Superior de Justicia), y las sedes de La Opinión Austral, los canales 2 y 9, y la radio y el periódico de Rudy Ulloa, sufrieron escraches. En cada caso, sin embargo, la gente de la Asamblea protegió vehículos, jardines y viviendas, y sólo permitió algunos timbrazos. Cada viernes, el panorama era similar. Pero la concurrencia comenzó a menguar por el frío y por la ausencia de los partidos políticos, algo resentidos por la consigna “que se vayan todos”.
También influyó la presencia de la guardia pretoriana de Kirchner, la ausencia policial (en cierta ocasión, durante un escrache a la casa de Icazuriaga, un patrullero quedó frente a una columna que avanzaba; velozmente giró en U y se alejó de contramano), y algunos atentados como el que sufrieron el vehículo y la vivienda del matrimonio Rodríguez Palermo, participante de la Asamblea.

# La arenga

El intendente Aburto se caía por el peso de su propia corrupción, imparable. A días que un escándalo de orden privado terminara con el sostén que le brindaba Kirchner, el gobernador convocó a sus adeptos, incluyendo a los más díscolos, a un acto en el Comando del Frente para la Victoria Santacruceña. Unas 600 personas se reunieron para escuchar a Kirchner, aunque en la prensa se afirmó que eran 1.500; y algunos colaboradores del gobernador dejaron filtrar fragmentos del discurso, amenazador hacia los caceroleros.
Recuerdo haber tenido una copia en mis manos y discutir si convenía o no poner la cinta en el aire, lo que finalmente hicimos en A los Cuatro Vientos, por FM Abril, porque las amenazas y la incitación a la violencia tenían una entidad superior a cualquier operación de prensa, cuando provenían de la boca de Néstor Kirchner: “¿¡¡Cómo puede ser, compañeros!!? Que los compañeros, a veces, se queden callados y permitan este tipo de cosas. ¡¡Hay que salir a defender!! No podemos permitir que agredan la municipalidad ni más ninguna estructura que corresponda a nosotros. Somos muchos, salgamos a la calle ¡¡y se terminó con este tema!! (...) pero tenemos que salir con todo. ¿Cómo vamos a permitir que haya 4 ó 5, esos dirigentes del FUT que sacan 200 votos por elección, o cuatro tipos que no representan a nadie, que salgan a descalificar y a agredir? ¡Compañeros! No hay que permitir este tipo de cosas. ¡¡Hay que defender con fuerza y con orgullo!! Basta. Si van a ir a la casa de un compañero a agredirlo o a molestarlo, vamos a ir 200 ó 3000 ó 500 ó 1.000 a la casa de ellos, esto que quede absolutamente claro”. Los funcionarios con militancia anterior, miraban burlones. Kirchner siguió: “¿¡¡Cómo puede ser que ustedes!!?... Justo yo me fui a Calafate... pero ¿cómo puede ser?... “ Ya había hablado del Frepaso, de la UCR y del FUT, pero decidió una vuelta de tuerca: “Se terminó, compañeros. ¡Tenemos que salir al frente! Si son 100, nosotros vamos a ser 2.000 ó 3.000. Pero, ¿cómo puede ser, compañeros, que nos dejemos atropellar así? No se puede mirar al costado en este tema. ¡Tenemos que estar todos juntos! Yo se los pido, encarecidamente”.
Las amenazas de Kirchner provocaron muchos comentarios. Los abogados Dino Zaffrani y Javier Pérez Gallart, se presentaron ante la justicia con gente de la Asamblea Permanente del Cacerolazo, denunciándolo por incitación a la violencia. La causa fue a manos del juez Santiago Lozada, quien la envió al fondo de sus archivos. Luego, los domicilios de los dirigentes del Frente de Unidad Trabajadora fue el tema que abordaron unos volantes anónimos, con fotografías de viviendas y recibos de salarios de Miguel del Plá y de Ricardo Mercado, y de sus esposas. La municipalidad, el Consejo Provincial de Educación y la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Cruz, encargaron a distintas imprentas su propia versión. El costo no fue elevado ya que, al menos dos imprenteros que sostienen su actividad con trabajos para el Estado, los hicieron sin cargo.

# La pesada

El 25 de abril de 2002, la sesión comenzó puntual en la Legislatura provincial. El tema fue el tratamiento del presupuesto santacruceño. Los recortes centrales eran las reducciones en las asignaciones familiares y la incorporación al ajuste provincial de algo que aún no había sido anunciado por el gobernador Kirchner ni por sus funcionarios: la suspensión del pago del pasaje anual a los jubilados, aún cuando no se abonaba desde hacía dos años. Por 1ra. vez, las barras no fueron separadas sino mezcladas. Entonces, los sindicalistas docentes, los militantes del Frente para la Victoria Santacruceña, los caceroleros y los empleados públicos compartían las gradas. Algo no andaba bien y la sospecha la corroboraba la ausencia de gente de Rudy Ulloa, lo que suponía una falta de conducción en la hinchada oficialista. Sin embargo, los pasillos, las escaleras y las oficinas cercanas se fueron llenando de militantes del FVS y contratados. En el acceso se vio a Enrique Meyer, subsecretario de Turismo; en el recinto, a Nelson Periotti, presidente de Vialidad Provincial; a Juan Carlos Gómez y Héctor Silva, de Tránsito de la Municipalidad; a Francisco Mansilla, alias Batata; a Pablo Grasso, director de la Casa de la Juventud; a Marta Delucci, secretaria de la Producción; a Jorge Ferreira, secretario de Desarrollo Comunitario; a Pedro Ayunta y Patricia Cocco, del Consejo Provincial de Educación, entre otros que se mezclaban con patovicas de traje oscuro. La crónica del matutino Tiempo Sur lo relató así: “Somos de seguridad de la Cámara’, se identificaban. Según pudo comprobar este medio, no lo eran. Pero su maciza presencia impedía el ingreso de los jubilados”. Los jubilados querían reclamar que no les recortaran sus pasajes. Entonces, Roberto Giubetich, diputado provincial UCR, le solicitó al comisario de la Cámara que se le permitiese el acceso a un grupo de jubilados encabezados por Miguel Pascual, vocal en la Caja de Previsión, e ingresaron entre aplausos y silbidos. Abrió el fuego Omar Muñiz, del Movimiento Federal Santacruceño, con un pedido de tratamiento sobre tablas de un pedido de informes al Tribunal de Cuentas sobre los ingresos en concepto de regalías y las inversiones realizadas. Habló más de una hora pero su pedido no tuvo tratamiento por la oposición del oficialismo. Luego se llegó al Presupuesto 2002 de Santa Cruz, que no sólo contenía los ajustes sino la posibilidad del uso discrecional, por parte del gobernador Kirchner, de los depósitos en el exterior de la provincia. Mariela Arias, cronista de Tiempo Sur, lo relató así: “A la voz ‘Que se Vayan Todos’, la nutrida concurrencia integrada por la Asamblea del Cacerolazo, representantes del gremio docente, vecinos, trabajadores municipales, público en general, eran el corrillo de fondo mientras hablaba los diputados. ‘El bloque del PJ va a sostener la votación del despacho de comisión’, anunció la diputada informante del oficialismo, Judith Forstmann, enfundada en un traje de hilo color rojo. Entre el ruido, cada vez más fuerte de las cacerolas, la caletense que presidía la Comisión de Presupuesto, intentaba hacerse escuchar a los gritos. En tanto, Héctor Icazuriaga, quien presidía la sesión tratando de mantener la compostura, pero cada vez más nervioso, sólo atinaba a decir: ‘Continúe diputada’, cuando los gritos aumentaban al ritmo de ‘Devuelvan los pasajes, Devuelvan los pasajes’. Forstmann hizo una deslucida presentación del proyecto de Presupuesto porque, lejos de fundamentar los recortes, leyó artículo por artículo lo ya aprobado. El error de la diputada fue cuando empezó a dirigirse a la concurrencia y trató de conquistar la atención de las mujeres. La única representante femenina de la Legislatura sólo obtuvo, como respuesta, un batir de cacerolas. Héctor Di Tulio corrió mejor suerte que Forstmann porque mantuvo su posición del día anterior y adelantó su voto por la negativa, haciendo hincapié en la distribución de los recursos de la provincia, las diferencias de los ingresos por habitante en cada localidad y habló de no aceptar ‘las imposiciones del FMI’. Pero cuando Roberto Giubetich inició la fundamentación del voto negativo del bloque UCR, fue interrumpido y poco después de las 16:00, la sesión se transformó en un ringside.
El dirigente gremial Ricardo Mercado salió a un pasillo y entonces fue golpeado por un militante del Centro del Carmen mientras la muchedumbre se agolpaba en la puerta mientras Eduardo Di Pierro, del FUT, agarró el micrófono de la presidencia, dejada vacante por Icazuriaga, y gritó: “Le están pegando a Mercado, le están pegando... “. Cortaron la luz y el recinto quedó a oscuras durante 20 minutos de gritos, golpes y confusión”. Por la puerta lateral izquierda, a espaldas del estrado de la Presidencia, se accede a un recinto que se encontraba colmado de personas que insultaron y agredieron a Ricardo Mercado; un diputado de la UCR dice que vio la escena y corrió hacia ese lugar. Icazuriaga, apenas comenzó la escaramuza, gritó ‘La sesión pasa a un cuarto intermedio’, bajó el martillo y salió por la puerta lateral derecha, ubicada detrás de él. Esto fue lo que le permitió a Di Pierro tomar el micrófono. Una mujer, María Teresa Aguilar, recibió un golpe con un jarro cuando se fue encima de una cacerolera con la que había estado intercambiando insultos. La cronista Mariela lo relató con dramatismo: “La cara chorreada de sangre le manchó el chaleco al fotógrafo que la ayudó”. A otro fotógrafo le robaron su cámara, aunque luego fue devuelta por los patovicas.
Icazuriaga, encerrado en la oficina del bloque del FVS, comprendió que la situación presionaría a sus propios diputados y llamó a Oscar Vázquez, alias Cacho, y le pidió que hablara con Rudy para que trajera a su gente, pero Cacho le explicó que la gente de Rudy estaba cabrera porque a ellos también los afectaba el ajuste y que no defenderían “a tipos que cobran 5 lucas”. Fuentes confiables aseguran que Icazuriaga, desesperado, le prometió un asado, carne y canilla libre, y libertad de acción para lo que se estaba “charlando”, propuesta que Cacho le llevó a Rudy. Antes de que se cumpliesen dos horas, los muchachos de Rudy caminaron la cuadra que separa a la Legislatura de la Casa de Gobierno e ingresaron a presión al recinto, donde Omar Muñiz llevaba una hora fundamentando su voto negativo. El oficialismo se llenó de sonrisas con el arribo de los refuerzos. Muñiz había recordado, con acierto, que la Cámara de Apelaciones, presidida por Chávez, el Negro, había aceptado los amparos contra las reducciones salariales, explicando que el Gobernador no se encuentra autorizado, por el artículo 3 de la Ley 2.347, a reducir las asignaciones familiares; pero que Kirchner dijo que dado que el Legislativo se encontraba en receso, él tenía facultades extraordinarias. Sin embargo, aclaró Muñiz, al momento de firmarse el fallo, la Cámara de Diputados había prorrogado las sesiones extraordinarias hasta el 20 de diciembre de 2001. Pero la voz de Muñiz fue tapada por los bombos de Los Muchachos Peronistas y el griterío “Se siente / Se siente / Lupo Presidente”. En la crónica de Mariela, se lee: “Luego de Giubetich, fundamentaron Alberto Bianchi (Frepaso), Omar Lada (UCR), Omar Fernández (UCR), entre los bombos y los deseos de la Presidencia del actual gobernador. Cuando, otra vez, decidió hablar Judith, los insultos de las 16:00 se transformaron en gritos de ‘Ídola, ídola’; el público cacerolero se había retirado y las gradas se encontraban colmadas de militantes del Frente para la Victoria Santacruceña. En ningún momento, desde la desordenada conducción de la Vicepresidencia 1ra. de la Cámara, el diputado Icazuriaga solicitó retirar cacerolas o superbombos.
El oficialismo respondió a las “descalificaciones y acusaciones de Muñiz” y obtuvo 13 votos positivos (aunque en el PJ se abstuvieron Almendra y Barreto), contra 7 votos negativos, y hubo un ausente.
Así se aprobó el Presupuesto provincial para este año. Lo demás es historia”. Sin embargo, la historia continuaba porque varios dirigentes de la Adosac y algunos caceroleros no podían salir del edificio porque afuera los aguardaban los militantes de Rudy. Sólo la presencia del fiscal Vivanco llevó algo de calma, aunque debió esforzarse ante Icazuriaga para que éste exigiera seguridad policial para garantizar el retiro de los caceroleros. Varios de ellos descubrieron que el automóvil de Miguel Del Plá había sufrido la represalia de la que ellos habían zafado.


Lo que la Flacso no sabe / no quiere saber
Parte 8

El 26 de abril de 2002, además del habitual cacerolazo de los viernes a las 20:00, estaba programado el acto de apertura de la Feria Provincial del Libro, en Río Gallegos, capital de Santa Cruz. La presencia de Néstor y Cristina Kirchner obligó a la concurrencia en pleno de quienes se desempeñaban en la administración pública provincial y municipal, para el habitual besamanos. Los invitados especiales eran dos periodistas: Miguel Bonasso, de Página/12, un hombre de vasta trayectoria en la política, a quien ya se presentaba como el coordinador de prensa de la campaña de Kirchner; y Alejandro Apo, de AM Continental, con programa propio los sábados por la tarde, que retransmitía LU12, con gran éxito de oyentes. La hora de la apertura del evento coincidía con la cita que, a cinco cuadras de distancia, hacían los caceroleros; entonces, los de Kirchner tomaron la decisión de adelantar lo suyo, no fuese cosa que los protestones se infiltraran en el segmento pago de Crónica TV ya contratado por la Gobernación. Los responsables de la seguridad provincial se pusieron en marcha mientras se descargaban, en los depósitos del Centro Cultural, las festivas matracas armadas en los talleres de la Municipalidad de Río Gallegos. La policía santacruceña amojonó con conos fosforescentes el ingreso al predio y las balizas de patrulleros y motocicletas le dieron un toque inusual a la tarde de la ciudad, mientras se bloqueaban las puertas laterales del complejo, con trancas de madera y alambre en los picaportes. Pasando el portal de acceso, se llegaba a un salón derivador donde los guardianes más presentables le hacían el aguante al jefe del operativo, Mario Vidal. La ceremonia tuvo el esplendor de la ocasión, y el matrimonio Kirchner estuvo presente y se retiró de acuerdo a lo planificado, cuando un centenar de caceroleros, a cinco cuadras, comenzaban con su menú de los viernes "Contra el ajuste y la corrupción". La convocatoria había mermado, demostrando el agotamiento de la modalidad elegida para protestar. Además, ese día faltaron a la cita los delegados municipales porque en algún punto de la cadena de llamados telefónicos, alguien informó que se suspendía el mitín, y ellos aprovecharon la noche de frío y llovizna helada para quedarse con sus familias en sus hogares. Probablemente -especulan algunos luego de lo ocurrido aquella noche- alguien que conocía, de antemano, lo que se desencadenaría, no quiso verse, cara a cara, con los delegados de los empleados municipales. Desde la esquina de la confitería Mónaco, los parroquianos habituales seguían, con indiferencia, la evolución de la asamblea cacerolera. Entre ellos, el Charo Sandoval. Uno de los oradores recordó que Sandoval, ex intendente de la localidad de Los Antiguos, se había integrado el día anterior a la patota que había ingresado tan vehemente a la Cámara de Diputados, a cambio de un asado con canilla libre y carne a destajo.
El orador pidió un escrache para Sandoval. Los caceroleros lo identificaron, del otro lado del frente vidriado, y Sandoval, con un gesto de pánico dibujado en su rostro, se puso su campera y, escoltado por los mozos del Mónaco, se refugió en la cocina. Luego, uno de los caceroleros mocionó ir hasta el Centro Cultural, y el acuerdo fue unánime. Mientras se armaba la columna, otro cacerolero mocionó hacer, de paso, un escrache a la radio FM de Rudy Ulloa Igor, quien había liderado la patota que ingresó al Legislativo el día anterior. La columna era encabezada por el viejo Ford Falcon de Dipi Di Pierro, dirigente del FUT, preparado con bocinas en el techo. De la columna se marcharon los engripados y los caceroleros antiescrache, que decidieron quedarse tomando un café en el Mónaco. En la columna permaneció una mayoría de mujeres, algunos con sus hijos; no faltaba quien llevara una bicicleta a la rastra, como era el caso de Milagros Pierini, una militante por los derechos humanos a quien todos cargaban por el bochiche del timbre de su rodado. No faltaban algunas parejas de jubilados, aún enojados por el episodio del día anterior en Diputados; dirigentes docentes del gremio Adosac; también trabajadores mineros que cumplían tareas en el puerto, algún periodista y un damnificado por el corralito / corralón que pensaba quedarse revisando libros en la Feria. El Centro Cultural tenía las puertas bloqueadas, mucha seguridad privada en su interior y los destellos de un flash delató que alguien quería retratar a los caceroleros, quienes pidieron, a los gritos, la presencia de Bonasso y de Apo, pero ellos no aparecieron. Algunas mujeres golpearon con sus llaves las estructuras de aluminio de los ventanales pero como no hubo respuesta desde el interior, comenzó la retirada. Un agente de seguridad, quitó la tranca de una puerta de acceso, para habilitar el ingreso de la turba y algunos caceroleros amenazaron con adentrarse en la Feria pero la decisión fue no caer en trampa alguna y la columna siguió su marcha. Menos el del corralito/corralón, quien se quedó comprando libros.
Los manifestaron bordearon el complejo ferial, encontraron el ingreso principal cerrado, retrocedieron algunos metros y encararon por la calle Errázuriz, paralela a la San Martín, hacia la FM de Ulloa. Desde allí se vio su Chevrolet Corsa color verde, estacionado sobre la vereda y un acompañante que, dejando la puerta abierta, corrió hasta el edificio de la radio y luego regresó a su asiento, mientras el vehículo patinaba en el apuro por irse. FM Comunitaria ocupa un edificio público que le fue cedido, en la esquina de Errázuriz y Belgrano, en Río Gallegos. Allí también funciona la redacción y administración del diario El Comunitario, de distribución gratuita. El inmueble se encuentra detrás de un pequeño jardín, protegido con rejas blancas y cámaras de video. Los caceroleros se agruparon frente al portón y el director de la FM, Miguel López Igor, salió a su encuentro, señalando el portón abierto; los caceroleros gritaban "Se va a acabar / Se va a acabar / Esa costumbre de robar..." Primo de Rudy Ulloa Igor, Miguel tenía el curioso privilegio de ser el único funcionario condenado por peculado, porque aceptó confesar su delito y la condena en suspenso. Los jueces no tuvieron alternativa y debieron cumplir con su deseo. López Igor hizo gestos hacia los manifestantes tratándolos de "cagones", mientras el Corsa verde ya se había estacionado en la esquina opuesta. Luego de un rato, los caceroleros se dieron por satisfechos y decidieron retirarse; entonces se apagó el alumbrado público y, desde la calle Belgrano, aparecieron más de 200 hombres con palos, hierros y mangueras. El jefe del operativo, Mario Vidal, señaló a Miguel Del Plá y a Mercado: "Ahí están los zurdos". Un grupo de patoteros se adelantó para detener el Falcon de Di Pierro pero el viejo automóvil logró ponerse en marcha y sólo alcanzaron a abollarle le techo y el baúl del portaequipajes.
Los caceroleros estaban sorprendidos, abundaban los gritos y las corridas; también los golpes, sobre un pavimento mojado y una oscuridad hostil. A Luis González, el mítico Angelito Negro de ATE, no lo reconocieron como un cacerolero hasta que un matón lo golpeó con una manguera en la cabeza y la paliza la impidió el propio Vidal. En verdad, por 2da. vez en 15 días Vidal evitaba una golpiza a González, por el respeto que su coraje le ganó aún entre los soldados de Kirchner.
Había tres grupos de atacantes: los de choque, los que cubrían sus espaldas y los que, subidos a algunas camionetas, corrían a los caceroleros que huían. Los trofeos de guerra -un redoblante, un bombo y una bandera argentina- fueron introducidos en la FM Comunitaria. La bandera se la quitaron a una pareja de chicos menores de edad, que fueron apaleados. La golpiza continuó unos 100 metros porque en el cruce de Errázuriz y Alvear apareció una camioneta de la policía local, con balizas y laterales pintados con el número del móvil, que observó la escena a paso de hombre y se alejó. Las camionetas perseguían a los caceroleros dispersos, detrás de los golpeadores se arrastraba el Angelito Negro, auxiliados por dos de la
columna que prefirieron no correr: un empleado municipal y el autor, quien cubría el evento para una FM.
Sin embargo, al llegar a la plaza San Martín, se detuvo una camioneta blanca, conducida por el karateca Juan Carlos Gómez, con varios hombres en la caja, que bajaron a seguir pegándole al Angelito, que sólo atinaba a putearlos, mientras el autor le recordaba a Gómez su rol de funcionario público. Quizás por eso o porque en la plaza había demasiada iluminación, los matones regresaron a su camioneta y se marcharon.
Luis González aún no pagó el asado que aquella noche le prometió al autor, en gratitud por la ayuda. Al fin, los tres llegaron hasta el automóvil de González, estacionado sobre la avenida Roca. Cuando el conductor se recuperó, enfilaron hacia la Casa de Gobierno, en cuyos jardines parte de la patota ya brindaba con cajas de vino que repartía el tesorero del Frente para la Victoria, Raúl Copetti, funcionario público.
Los tres fueron a la seccional 1ra. a radicar la denuncia policial. Advertidos, los de la patota que portaban armas fueron enviados a El Calafate, a mostrarse en el casino y así obtener su coartada. Gómez fondeó su camioneta blanca en un taller de confianza, no sin antes llevar a su gente a apedrear el frente del diario Tiempo Sur.


Cuando Tasselli y Kirchner hicieron temblar la mina
Parte 9

A mediados de 1999, los intereses de Néstor Kirchner confluyeron con los de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), y quien era el socio de ambos, el empresario Sergio Tasselli, con el objetivo de "terminar con los zurdos en YCRT" (Yacimientos Carboníferos de Río Turbio). El 22 de septiembre, los afiliados debían elegir a la conducción sindical y la Lista Negra amenazaba con desplazar a los amigos de Kirchner y de Tasselli. La Lista Negra postulaba a Luis Héctor González para secretario general, un luchador imposible de comprar, que erizaba el pelaje de los sindicalistas amigos de Kirchner y de Tasselli.
Cuando González, un riojano curtido, asomó en los socavones, los mineros cumplieron el rito de bautizarlo, para siempre, Angelito Negro. Para explicar qué significa González en Río Turbio hay que ir más atrás, hasta José Salaya, quien intensificó su trabajo en la mina cuando el Proceso de Reorganización Nacional ya estaba irremediablemente desorganizado. Salaya politizó a un grupo de trabajadores del carbón, entre quienes estaban Angelito Negro y Jorge Gerardo Rivolta, un operario de electromecánica de minas, en la playa de Mina 3. Rivolta es chaqueño, llegó a Turbio en los '70, terminó el secundario y cuando se casó, la empresa le dio un Quoncet, las típicas casas del complejo minero que parecen un medio caño de chapas. El trabajo de Pepe Salaya apuntaba a terminar con la intervención en la seccional de ATE de Urbano Peralta, prueba de un acuerdo de años entre el sindicalista Juan Horvarth y el almirante Emilio Massera.
Una asamblea multitudinaria barrió con Peralta y propuso, para integrar la comisión, a Angelito Negro y a Rivolta, para sorpresa de ellos mismos. Entonces, se dedicaron a estudiar su función sindical y comenzaron exigiendo, aún durante el gobierno militar, una ambulancia permanente en el yacimiento... y obtuvieron varias... Ambos se terminaron de convencer de que eran fuertes cuando en 1983, el candidato justicialista a gobernador, Arturo Puricelli, de camino a un acto, se detuvo en el local gremial para pedirles que nominaran a un candidato a diputado nacional por Santa Cruz. Sorprendidos, aceptaron la propuesta, y Rivolta impulsó a un profesor suyo en la enseñanza secundaria, el ingeniero Ghiano, quien pasó un período en la Cámara de Diputados de la Nación, sin pena ni gloria. Rivolta, luego, fue el referente del peronismo de Río Turbio y su capacidad de liderazgo lo llevó hacia arriba, pero alejándose de Salaya y de Angelito. Ocurrió que en la interna 1984/1985 de ATE, la Agrupación Anusate, de Víctor De Gennaro, se convirtió en Lista Verde, para enfrentar a la Lista Azul, de Horvarth; y Rivolta se sumó a la Azul. Previsor, ingresó un hombre a la Lista Verde, por si algo fallaba. Lo importante era que el topo fuese agradecido.
Y Edgardo Depetri no falló en ese reconocimiento porque, aún cuando Víctor De Gennaro se opuso, sostuvo a Rivolta hasta que éste pudo saltar de la Lista Azul a la Lista Verde. Técnico minero nacido en la provincia de Santa Fe, Depetri ingresó, luego al Consejo Directivo Nacional de ATE, y más tarde a la conducción de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Al igual que Néstor Kirchner, él tiene una imagen en la Nación, donde es un referente de Anusate y de la Agrupación Germán Abdala; y otra en la provincia de Santa Cruz, donde es un sindicalista convencional, como Rivolta, cafierista en 1988 y menemista en 1989. Rivolta, vinculado a Arturo Puricelli porque éste había designado a su pareja, Sandra Cruz, también dirigente de ATE, en la obra social Pami; cuando ocurrió la concesión de la mina de carbón ingresó al Frente para la Victoria, de Kirchner. Enfrentado a Rivolta, Depetri, Kirchner y Tasselli se encontraba Angelito Negro González, quien resistió a los embates y cesantías. Entonces, aprovechando que un congreso sindical llevó hasta Río Gallegos a De Gennaro y Depetri, se formalizó una alianza para derrotar a la Lista Negra. Tal como ha ocurrido casi siempre durante la gestión de Kirchner en la provincia de Santa Cruz, el trabajo sucio fue encomendado a Julio De Vido, quien logró que 200 militantes del Frente para la Victoria completaran una ficha y se incorporaran al padrón electoral de ATE en Río Turbio para descontar la ventaja que la Negra le llevaba a la Verde. El 11 de agosto de 1999, los 200 soldados de De Vido fueron incluidos en un padrón diferente al que había presentado el 9 de julio el delegado electoral del Consejo Directivo Provincial de ATE, Marcelo Zacarías, para el período de exhibición para tachas e inclusiones. Los militantes provenían de la empresa Servicios Públicos Sociedad del Estado, y de los ministerios de Gobierno y de Economía. La Lista Negra intentó frenar la maniobra pero las autoridades de
ATE no se mostraron resolutivos, y Angelito Negro se presentó ante los medios de comunicación para denunciar la lista y obtuvo que 129 de los 200 soldados de De Vido renunciaran a su afiliación, según lo comunicó Rivolta al delegado electoral Zacarías; otros sostienen que eran de Servicios Públicos Sociedad del Estado que, cuando pidieron y no obtuvieron que Kirchner ratificara la orden de De Vido, abandonaron la tarea. Pero hubo 72 nuevos afiliados que De Vido logró mantener porque le respondían directamente, de los que 48 fueron a votar. La Lista Negra perdió por un voto y las impugnaciones aún duermen – según podrá constatarlo el ministro de Trabajo, Carlos Tomada- en la cartera laboral.

# El comienzo

Durante su campaña a gobernador, Kirchner prometió que levantaría una super-usina generadora de energía eléctrica a carbón para garantizar la continuidad de la producción en la mina de Río Turbio. En verdad, el objetivo hoy es más modesto: convertir a Río Turbio en un pueblo turístico cordillerano, sin minas y sin mineros. En el ínterin ocurrieron hechos. La Ley 23.696 de Reforma del Estado, sancionada en 1989, declaró a Yacimientos Carboníferos Fiscales, sociedad sujeta a privatización o concesión. El Decreto 988, del 7 de mayo de 1993, dispuso la concesión integral por un plazo de 20 años del complejo carbonífero, ferroviario y portuario. La Resolución 567, del Ministerio de Economía y de Obras y Servicios Públicos de la Nación, llamó a licitación pública para la concesión por 10 años de YCF, con opción a otro período igual, pero el Estado seguiría siendo el propietario de la infraestructura, los inmuebles, los materiales, los equipos y los muebles y útiles de YCF. La Resolución M.E. Nº 1.416 del 25 de noviembre de 1993, dejó sin efecto la licitación, por inconveniencia económico-financiera de la única oferta declarada admisible.
La Resolución M.E. Nº 1.417 concretó un nuevo llamado a licitación pública nacional e internacional, la que también fue rechazada por inconveniente, dado su excesivo nivel de subsidios solicitados. El 22 de febrero de 1994, la Subsecretaría de Energía de la Nación declaró desierto el proceso licitatorio de concesión de YCF. Luego, el consorcio integrado por Iate S.A., Eleprint S.A., Dyop S.A. y la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza, presentó un recurso jerárquico, a fin de que se reviera la decisión adoptada por la Comisión Asesora de Privatización, reduciendo sus pretensiones de subsidios. El 24 de febrero, el entonces senador nacional PJ-Santa Cruz, Pedro Molina, informó a la salida de la reunión de gabinete semanal que el entonces presidente Carlos Menem había considerado una “prioridad” resolver la concesión de YCF. El 25 de febrero, se leyó en los diarios nacionales que el gremio que nucleaba a los mineros no compartía esas gestiones realizadas por el entonces gobernador Kirchner, el intendente de Río Turbio y el senador Molina, designado Coordinador de la Gestión. Los trabajadores mineros preferían que YCF continuase en manos del Estado Nacional, según el secretario general Angelito Negro González. La Resolución M.E. Nº 609 del 5 de mayo de 1994, con la firma del entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, hizo lugar al recurso y preadjudicó YCF a YCRT S.A. (Yacimiento Carbonífero Río Turbio Sociedad Anónima). El Decreto 979/94 adjudicó, a partir del 1º de julio de 1994, y por el término de 10 años, la concesión integral del yacimiento y de los servicios ferroportuarios con terminales en Punta Loyola y Río Gallegos, a YCRT S.A. Con un subsidio equivalente a US$ 22,5 millones anuales, el empresario Sergio Tasselli inició el trabajo de vaciamiento de la concesión, incumpliendo las cláusulas de producción e inversión, hasta que las puebladas de Río Turbio y las movilizaciones de sus obreros terminaron con su presencia al frente de la empresa en abril de 2002. Para lo uno y lo otro tuvo la complicidad de una Comisión de Fiscalización de la Concesión, integrada, entre otros, por el polifuncional integrante del equipo Kirchner, el ingeniero Daniel Cámeron, y por los sindicalistas de ATE, Rivolta y Depetri. Taselli arribó cuando la mina tenía una planta laboral de 1.331 empleados, y el subsidio de US$ 22,5 millones.
Cuando la devolvió, empleaba a 800 personas, lo que probablemente mejoró la eficiencia pero provocó problemas laborales en las localidades de Río Turbio y 28 de Noviembre. El 1º de mayo de 2002 YCRT regresó a manos del Estado Nacional, cuando la conflictividad otra vez era muy complicada, y así Eduardo Duhalde le quitó un peso a Kirchner, quien era un socio político y futuro candidato presidencial de la Casa Rosada. Tasselli se llevó hasta los tubos de oxígeno y acetileno de la mina. Pero esta historia tiene otros episodios interesantes, como el gran conflicto de 1994.


(*) El autor, Daniel Osvaldo Gatti, nació en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, fue militante de las Agrupaciones Juveniles del Peronismo Bonaerense, fue un preso político entre 1977 y 1982. En 1984 se radicó en la provincia de Santa Cruz y, desde el humor gráfico, siguió su pasión por la política. Con Héctor Barabino, conduce A los Cuatro Vientos y Séptimo Día, dos programas radiales de vasta audiencia en Río Gallegos.

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis

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